Mirada inquietante

Techo y comida cuenta la historia de Rocío (la mirada de la protagonista nos inquieta desde el primer plano), una madre joven y soltera que se busca la vida día a día para garantizarle una educación y un sustento a su hijo de 8 años, Adrián, del que teme perder la tutela.

La vida de ambos se desmorona cuando reciben la orden de desahucio del piso en alquiler en el que malviven. Un cerco que se va estrechando pese a los esfuerzos de una mujer que sólo logra trabajos eventuales y muy mal pagados. Una mujer a la que le cortan el agua y la luz, una mujer que sustrae alimentos en los supermercados. Un drama ante el que se rebela… ¡sin resultados!

Contención

La contención domina esta película en la que, por el calado y la actualidad del tema que recoge, era fácil caricaturizar. Pero no. A ello contribuye la interpretación muy calibrada, muy bien medida, de Natalia de Molina, que si ya había dejado huella en Vivir es fácil con los ojos cerrados, ahora confirma su capacidad para hacer suya, y nuestra, la historia que interpreta.

«Tenía muchas ganas de hacer algo arriesgado en cine. Algo diferente donde tuviera que entregarme por completo. Dejarme las entrañas, la cabeza y el corazón», lo dijo y lo hizo la actriz, y el resultado no deja lugar a duda alguna.

Tensa, incómoda y realista, Techo y comida tiene en ese tono a pie de calle su virtud mayor. La crisis y sus desgarros, puestos en primer plano sin juicios ni truculencias. Con el mazazo de la dura, durísima verdad.

Techo y comidaTecho y comida
Dirección y guion: Juan Miguel del Castillo
Intérpretes: Natalia de Molina, Mariana Cordero, Jaime López, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano
Fotografía: Manuel Montero, Rodrigo Rezende
Música: Daniel Quiñones, Miguel Garabantes, Vainilla Cookies
España/ 2015/ 90 minutos