Francia, 1942. El joven Gilles es arrestado por soldados de las SS junto con otros judíos y enviado a un campo exterminio en Alemania. Allí consigue evitar la ejecución al jurar a los guardias que ha habido una confusión y en realidad no es judío sino persa.
Gracias a esta artimaña, Gilles consigue mantenerse con vida. A cambio tendrá que enseñar un idioma que desconoce al comandante jefe del campo, un hombre obsesionado con aprender la lengua farsi pues tiene el proyecto de, acabada la contienda mundial, montar un restaurante en Teherán, en donde vive su hermano.
Con enorme habilidad, imaginación y memoria, palabra a palabra, Gilles va inventando una lengua que le enseña al militar alemán que cree estar aprendiendo el persa real. En el cruel ambiente del campo de concentración una atípica amistad va creciendo entre el profesor/prisionero judío y el alumno/jefe nazi que tiene que enfrentarse a las sospechas que le comunican sus compañeros, convencidos de que está siendo engañado.
Muy bien acogida en el Festival de Berlín y en la Seminci de Valladolid y triunfadora en el de Sevilla, El profesor de Persa tiene un sólido punto de anclaje en la magnífica interpretación de sus dos protagonistas, el argentino Nahuel Pérez Biscayart, en su papel de maestro que lucha desesperadamente por seguir viviendo, y Lars Eidinger, como el alemán que muestra un talante más humanizado que el habitual en el cine sobre personajes nazis. Al primero lo habíamos visto en 120 pulsaciones por minuto y La vida ante sus ojos, y al actor alemán en La sombra del pasado y Personal Shopper.
Humanizar la perversión
Vadim Perelman (también realizador de Casa de arena y niebla y La vida ante sus ojos) argumenta el porqué de la humanización de un personaje en principio tan cruel como el comandante de las SS: “Siempre he pensado que uno de los defectos comunes en las películas sobre el Holocausto es el retrato uniforme que se hace de los nazis. Por supuesto que no justifico sus atrocidades pero quería significar que este personaje no es un sádico. Entiendo que humanizarlo, al menos en parte, puede facilitarle al espectador la posibilidad de que piense que esa crueldad y ese despertar de otra clase de sentimiento no es exclusivo de un grupo, sino algo que puede estar en todos. Al tiempo se puede pensar que hay demasiadas películas sobre el tema, pero creo que todas son necesarias pues ayudan a no olvidar. A través de la ficción o del relato de hechos sucedidos, como es la base de este largometraje, esa aberración, esa culpa histórica puede ser mejor digerida y entendida”.
La clave de El profesor de persa es la invención de un idioma. En ello, como confiesa Perelman, trabajó un lingüista ruso que creó un diccionario de 600 palabras con una sonoridad parecida al farsi. El resultado es una propuesta de enorme interés que se cierra con uno de los finales más desgarradores que se han visto en bastante tiempo en una pantalla.
El profesor de persa
Dirección: Vadim Perelman
Guion: Ilja Zofin
Intérpretes: Nahuel Pérez Biscayart, Lars Eidinger, Leonie Benesch, Jonas Nay, David Schüter, Luisa-Céline Gaffron
Fotografía: Vladislav Opelyans
Música original: Evgueni Galperine, Sacha Galperine
Bielorrusia, Alemania, Rusia / 2020 / 127 minutos
Distribuidora: Avalon