Su paso por la sección oficial de los festivales de Karlovy Vary, San Sebastián, Chicago, Londres y Hamburgo concitó atención y excelentes, merecidas, críticas. Grazier debuta en el largometraje tras tres cortos.
Protagonizada por Sarah Adler (Foxtrot; Nuestra música); Tim Kalkhof (Homeland) y Zohar Strauss (María Magdalena; Lebanon), El repostero de Berlín nos adentra en la vida de Thomas, el joven e imaginativo dueño de una pastelería que mantiene un romance con Oren, un empresario israelí que vive con su familia en Jerusalén pero visita mensualmente Berlín por negocios. En la ciudad alemana se encuentra con su amante.
Cuando Oren muere en Israel en un accidente de tráfico Thomas viaja a Jerusalén en busca de respuestas. Bajo una identidad falsa, se cuela en la vida de Anat, viuda de su amante. Una mujer decidida que desconoce la antigua relación de su marido y regenta una pequeña cafeteria kosher en el centro de la ciudad.
Thomas empieza a trabajar para ella haciendo tartas y otros dulces que devuelven la vida al aburrido local. Pero pronto se verá involucrado en la vida de Anat de una manera muy distinta a la prevista, por lo que, para proteger la verdad, tendrá que alargar la mentira hasta un punto de no retorno.
Cambiar de vida
Sobrepasado por la situación, Thomas no duda en cambiar de vida en busca de respuestas aunque eso suponga un conflicto interior con el que luchar. Una circunstancia en la que la repostería será la perfecta vía de escape. Y ella, Anat, desafiará las estrictas reglas de su entorno para sobreponerse al dolor y a la furia y encontrar el sendero hacia el perdón y la reconciliación.
Rodada con una cadencia melancólica muy expresiva, viajando de Berlín a Jerusalén, de este a oeste, del pasado al presente, la película nos habla de personajes que desean dejar de lado su nacionalidad, sexualidad y religión para tejer una historia llena de amor a las opciones personales, a la vida, a la comida y al cine.
Al argumentar su propuesta, Graizer señala: «Las ideas para las películas, normalmente, me vienen de un enfado o una frustración personal respecto a un tema político, religioso o social. Esta película es para mí una historia muy personal sobre gente corriente en una realidad en la que el aspecto político no les afecta directamente en su día a día pero sí está presente y de alguna manera les acaba salpicando».
Y al remarcar su nexo con lo filmado, confiesa: «Esto es algo que conozco por mi propia experiencia: mi padre es muy religioso pero mi madre no, así que crecí en medio de estas dos identidades y están muy presentes en mi vida hasta el día de hoy. Pero no quería que esto fuera por delante ya que lo que realmente es importante en la historia es la tragedia íntima y personal de estas tres personas. Esta realidad religiosa y política es algo esencial en la vida. Ser judío o secular en Jerusalén o ser alemán en Israel, ser gay o ser gay en una familia religiosa… Siempre quise contar una historia sobre gente que no quiere que la definan por su identidad política, sexual o nacional. A esta gente le gustaría decir: me da igual esta identidad; soy quien soy. Quiero amar a alguien porque necesito estar cerca de esa persona y no porque sea homosexual o heterosexual».
El repostero de Berlín
Dirección y guion: Ofir Raul Graizer
Intérpretes: Tim Kalkhof, Sarah Adler, Roy Miller, Zohar Strauss, Sandra Sade
Fotografía: Omri Aloni
Música: Dominique Charpentier