La revitalización
Tanto el Tribeca Film Institute como el Festival que comparte el mismo nombre fueron fundados por Jane Rosenthal, Robert De Niro y Craig Hatkoff en 2001 como respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre. Su objetivo era recuperar la vitalidad de la zona de Tribeca, gran afectada por el suceso, y especialmente su producción fílmica y, más aún, de la ciudad de Nueva York.
Desde la primera edición, el volumen de asistencia de público y la calidad de películas exhibidas fue muy significativo. A partir de su segundo año de vida, el Festival se internacionalizó. Las cifras se dispararon en 2006 y 2007 con 8.600 propuestas y 1.500 proyecciones. A día de hoy este Instituto cuenta entre sus filas con grandes personalidades del cine internacional como Martin Scorsese, Norman Pearlstine, Eli Evans o Martin L. Edelman.
Categorías y jurado
Las películas presentadas en este festival se clasifican en las siguientes categorías generales: producción narrativa, película documental, cortometraje y el original premio al estudiante visionario.
Los encargados de seleccionar y premiar las mejores de cada una de estas categorías provienen del mundo del celuloide desde muy diversos campos. Este año la narrativa tuvo al notable director Souleymane Cissé a la cabeza junto con el actor Scott Glenn, la actriz Dianne Wiest, y el productor Art Linson. El jurado de la sección documental ha estado formado por Whoopi Goldberg, el director Amir Bar-Lev o el actor Michael Cera, entre otros. En cortometraje destacó la presencia de la directora Nora Ephron, David O. Russell y Paul Schneider.
Por otra parte, el jurado encargado de votar la categoría de “Emerging Competition Films” fue muy variopinto: Paul Dano, Anna Kendrick, Annie Sundberg, Lauren Hutton, y un largo etcétera. En total, estos grupos se encargaron de repartir 175.000 dólares entre los filmes premiados. Los afortunados recibieron, además, otro de los sellos distintivos del Festival: gracias al proyecto Artists Awards muchos artistas de renombre, inspirados por la naturaleza de la obra de los cineastas, premian a los mismos con alguna de sus piezas. Gracias a ello el Tribeca Film Festival cuenta entre sus colaboradores a artistas como Chuck Close, Alex Katz o Julian Schnabel.
Cine para todos los gustos
El criterio de selección de las películas que se exhiben en el programa oficial viene avalado por una preselección rigurosa y, entre las casi setenta presentes en esta décima edición, se ha querido abarcar filmes familiares, clásicos, internacionales, etc.
Mucho se ha criticado que el cine del Tribeca Film Festival sirva de trampolín para estrellas de Hollywood que se quieren estrenar en la dirección (como Vera Farmiga este año) o bien para proyectos de naturaleza inclasificable que, aunque costosos, tampoco saldrían de las máquinas de la meca del cine (como Catching Hell, que retrata a los aficionados del ambicioso mundo del deporte en Estados Unidos). El menú que se ha podido degustar estos días incluía estos ingredientes, es cierto, pero también han tenido cabida en él otras propuestas que contradicen esa valoración negativa.
Los premiados este año dan una imagen bien distinta: She monkeys es un filme sueco poco conocido que habla de la adolescencia y la sexualidad, el director surcoreano Park Jungbum retrata en The journals of Musan la vida de los parias de manera emotiva y crea un importante testimonio social, Bombay Beach, dentro de la categoría documental, fue elegida por su exquisita belleza de manera unánime; también se premió la labor visionaria de la joven cineasta estadounidense Joanna Jurewicz en Rooms y el retrato de posguerra que lleva a cabo el corto documental Incident in New Baghdad.
La experiencia del espectador
A la hora de trazar un plan para disfrutar de una jornada del Festival, las opciones para el espectador han sido tantas y tan variadas que decidirse suponía todo un reto; ya no solo debido al gran número de producciones presentadas durante estos días sino porque son muchos los cines que forman parte del programa, hay varias sesiones al día y cada película se exhibe hasta en tres ocasiones. A algunas de ellas les suceden una serie de discusiones con los directores, los protagonistas de las historias, los productores de las cintas, etc. Por el módico precio de unos treinta dólares, uno puede ir al cine y asistir después a una de las codiciadas charlas con Scorsese, Alec Baldwin, Robert de Niro, Doug Liman o Alex Gibney.
Durante la preventa por internet las entradas volaron, y las que restaban pasaron a ser objeto de lujo en las puertas de las salas. La organización tiene como principio acercar el cine al público general así como presentarlo en el contexto neoyorquino de forma única como parte integrante fundamental de la experiencia fílmica. Dejando la pesadilla de las colas interminables bajo la lluvia a un lado, el Tribeca Film Festival es una ocasión única para experimentar la vida cultural de la ciudad en estado puro.