Sentaro, hombre de mediana edad y pasado complejo, regenta una pequeña pastelería especializada en dorayakis (míticos bizcochos rellenos de salsa de judías rojas). A su sencillo local se acerca la anciana Tokue (la octogenaria actriz Kirin Kiti perfila, a través de gestos casi imperceptibles, una actuación conmovedora), que se ofrece a ayudarle en su cocina.
Tras no pocas dudas, Sentaro accede a contratarla. La sorpresa está servida porque Tokue le demostrará de inmediato que tiene magia en las manos y, a través de su receta secreta, crea unos pastelitos tan deliciosos que el negocio prospera como nunca.
Al aire de los cerezos en flor que jalonan el paseo en el que está ubicado el establecimiento, Sentaro y Tokue abrirán sus corazones, se contarán viejas heridas e intentarán vencer las no pocas, y graves, zancadillas que la vida les plantea.
Directora sutil
«En mi calidad de directora, tengo el honor y el placer de poder explorar vidas diferentes a través del cine, como es el caso de esta película. Nuestra sociedad no siempre está dispuesta a dejar que nuestros sueños se conviertan en realidad. A veces acaba con nuestras esperanzas. A veces, un silencio impenetrable se apodera de nosotros. Pero la alegría que proporciona el compromiso y la conexión con el mundo nos permite apreciar mejor sus cambios y su evolución. Con esta película quiero poner de manifiesto la felicidad que sentimos en esos momentos tan especiales».
Así lo explica Naomi Kawase, la sutil directora que en 1997 se convirtió en la ganadora más joven de la Caméra d’Or, el premio al mejor director novel en el Festival de Cannes, por su primera largometraje de ficción, Moe no suzaku. Aquella que diez años más tarde lograría el Premio del Jurado por El bosque del luto. La que el pasado año rodó la delicia de Aguas tranquilas [1].
Ahora nos entrega esta pastelería desde la que nos obliga a preguntarnos: ¿cuántas veces tenemos que caer antes de alcanzar el paraíso? Una cuestión a la que ella misma intenta responder al confesar que «al revelar el complejo funcionamiento de esta sociedad espero comprender mejor la esencia de la existencia. La mayoría de nosotros ha vivido fracasos en la vida. A veces, esos fracasos pueden cambiar drásticamente nuestra vida. Pero lo cierto es que todos nosotros tenemos capacidad para seguir viviendo a pesar de todo. Estoy convencida de que que esa cualidad forma parte de nuestra naturaleza como humanos».
Sin un grano de azúcar de más, Una pastelería en Tokio nos demuestra que nunca es tarde para cumplir un sueño.
Dirección: Naomi Kawase
Guión: Naomi Kawase (Basado en la novela An, de Durian Sukegawa)
Intérpretes: Kirin Kiki, Masatoshi Nagase, Kyara Uchida, Miyoko Asada
Fotografía: Shigeki Akiyama
Música: David Hadjadj
Montaje: Tina Baz
Japón / 2015 / 113 minutos