Se ve que Lilti, como ya había demostrado en Hipócrates (2013), su anterior largometraje, conoce los claroscuros del desarrollo de una profesión acosada, en las zonas a las que se remite la historia que ahora presenta, por los recortes presupuestarios y humanos. Al margen de tópicos hablamos, y así lo deja claro la película, de una sacrificada profesión que no siempre tiene el reconocimiento que merece.
Cada una de las personas de la zona rural en la que ejerce Jean-Pierre, el médico que les ausculta, les cura y les tranquiliza a cualquier hora del día o de la noche durante los siete días de la semana, se siente amparada por quien, enfermo también y de gravedad, acepta la llegada para que le ayude de la doctora Nathalie, que proviene de un hospital parisino.
Pero, ¿se las arreglará la recién llegada para adaptarse a esta nueva vida y, sobre todo, conseguirá el reto de sustituir a aquel que todos consideraban, y él mismo se creía, irremplazable?
Denuncia
En los papeles protagonistas de esta denuncia amable, pero denuncia a fin de cuentas sobre las dificultades que atraviesan los sistemas sanitarios públicos, se lucen Marianne Denicourt y, sobre todo, François Cluzet que resume el quid de la cuestión: «Me ha gustado participar en esta comedia dramática llena de humanismo que reivindica las ganas y la alegría de vivir. Mi personaje parece serio y un hombre duro, pero en realidad es un humanista convencido que, ante todo, trata de proteger la vida de los demás comprendiendo todas sus dificultades. Una película que llama la atención sobre la necesidad de cuidar nuestros sistemas sanitarios».
Pudiera haber derivado Un doctor en la campiña en una propuesta blandengue. Un canto fácil a una profesión que, según el ámbito en el que se ejerza, tiene distintos grados de consideración social. Pero Lilti logra un producto lleno de encanto y elegancia al que, como queda dicho, aportan credibilidad sus protagonistas. Además, el toque de denuncia es cualquier cosa menos panfletario y hace bueno el mensaje que el propio director deja en la pantalla: «El sistema precisa articular más tiempo para cada persona. El diálogo con el enfermo es fundamental. Hay que escucharle porque te da el diagnóstico en un 90 por ciento de las veces y, sin embargo, cada 20 segundos le quitamos la palabra».
Dirección: Thomas Lilti
Guion: Thomas Lilti, Baya Kasmi
Intérpretes: François Cluzot, Marianne Denicourt, Christophe Odent
Fotografía: Nicolas Gaurin
Francia / 2016 / 102 minutos