Su creador y guionista, John Hughes, contó con un presupuesto de 18 millones de dólares, con los que consiguió una recaudación de casi 500 millones, convirtiéndose así en aquel momento en la tercera película más taquillera de la historia, sólo por detrás de Star Wars y ET.
Estuvo nueve meses en cartelera y 12 semanas consecutivas en el número uno. Un arrollador éxito comercial que se completó con cuatro secuelas más, -dos de ellas se estrenaron en cine y las otras dos fueron sólo para televisión-, y merchandising sin fin que ha hecho de la cinta un clásico imperdible para ver en familia cada navidad.
Para empatizar realmente con esta historia son muchas las preguntas que plantean las aventuras de Kevin McCallister: ¿Una madre puede olvidarse de su hijo más pequeño y no reparar en su ausencia hasta bien surcado el Océano Atlántico? Y es el caso de que esto sucediera, ¿tampoco se dieron cuenta el padre, hermanos mayores o los tíos de la criatura? ¿Pero es que no les sobraba un billete de avión?
En fin. Si bien la historia de un pequeño de ocho años olvidado en casa por su numerosa familia durante las vacaciones de Navidad puede tambalearse hay que mirar un poco más allá para ahondar en algunas de las claves de una película que no sólo hizo de Macaulay Culkin el niño más famoso de su generación, sino que, pasadas casi tres décadas, se ha convertido en todo un clásico navideño y en un fenómeno comercial atemporal.
Las curiosidades: De Niro a Munch
El famoso póster de la película con Kevin gritando está inspirado, parecía muy difícil de adivinar, en El Grito, el famoso cuadro de Edvard Munch. Es curioso que la razón de ese grito no sea por darse cuenta de que su familia ha desaparecido o de que unos ladrones pretendan deshacerse de él y destartalar su casa, sino por utilizar aftershave después de ¿afeitarse?
No sería de extrañar tampoco que el grito se debiera al dinero que recibió Macaulay Culkin por hacer de Kevin, ya que, si con la primera entrega se metió 100.000 dólares en el bolsillo, la cifra se redondeó hasta los 4,5 millones por esa segunda parte rodada en Nueva York. La mayor cifra jamás pagada a un actor de 10 años.
Pero, ¿otra vez su madre se despistó y no logró que su hijo se montara en el avión rumbo a Miami? Lo de la saga de los Culkin tiene vida propia. Ya en Solo en Casa 1 y 2 aparece el hermano pequeño de Macaulay, Kieran, haciendo las veces del incontinente primo pequeño de Kevin, Fuller. scannable fake id.
La película estuvo nominada a dos Premios Óscar, el de mejor banda sonora y mejor canción, a cargo del compositor John Williams, autor de bandas sonoras de infinidad de éxitos de Hollywood como Superman, Indiana Jones, Tiburón, ET el extraterrestre, Star Wars, La Lista de Schindler o Parque Jurásico. Un caballo ganador que obtuvo 21 nominaciones a los premios de la academia a lo largo de su carrera, resultando vencedor en cinco ocasiones. Por cierto, en 1990 el Óscar a la mejor banda sonora fue para Bailando con lobos y la mejor canción para el Sooner or later de Dick Tracy.
Otra de las míticas claves de esta película es la propia casa. Ubicada en el barrio residencial de Winnetka (Chicago), esta impresionante mansión se ha convertido en toda una atracción turística, a pesar de que sólo las escenas del recibidor, la escalera principal y la cocina fueron realmente rodadas allí.
Otra pregunta: ¿por qué la película comienza con la casa tatuada con las luces navideñas, pero es Kevin el que pone el árbol de Navidad una vez que su familia le ha abandonado?
La decoración del hogar McCallister ayuda desde luego, y es que prácticamente todas las estancias de la casa están empapeladas y cuentan con muebles o decoración verde y roja. Navidad ininterrumpida para todos.
Lo de los ladrones es un caso aparte. El papel del ladrón ‘malo’, -el del gorro negro-, que finalmente desempeñó Joe Pesci, se le ofreció en primera instancia a Robert de Niro, que ya había compartido cartel como protagonista en algunas de las películas más importantes de la filmografía de Pesci. Lo cierto es que este ladrón malo supo ganarse el estupor del pequeño, del que dicen que se mantuvo alejado durante la mayor parte del rodaje para provocar el pánico en las secuencias que compartieron.
Y, aun con ese clásico I am gonna kill this kid, hay que decir que la tarántula que ponen en la cara de Marv -el ladrón joven de ojos claros- fue real. Real como la vida misma. No así el grito, para prevenir que el animal se asustase y picase el actor en un arranque extra de cólera.
Quedaría una última pregunta: ¿hubieran sobrevivido en la vida real los ladrones mojados a tal espectáculo de trampas combinadas con suerte? Bueno, la respuesta está clara: no.