Una adolescente desaparecida. Un ejecutor brutal y atormentado en una misión de rescate. La corrupción y la violencia hacen despertar a la bestia que lleva dentro y la venganza se convertirá en su motivación. Esas podrían ser las claves de la historia de Joe (Phoenix), un ex marine y ex agente del FBI, solitario y perseguido, que prefiere ser invisible. No se permite ni amigos ni amantes, su única relación es con su madre, una anciana que jugará papel fundamental en el discurrir de los acontecimientos mientras él se gana la vida rescatando jóvenes de las garras de los tratantes de blancas.
Un día Joe recibe la llamada de un político comunicándole que su hija ha sido secuestrada… No conviene desenredar más la madeja de una película que discurre entre muchas más sombras que luces. Las sombras de un turbulento guion muy bien encajado y la actuación, ya comentada, de un actor al que el sufrimiento se le adapta como una segunda piel.
Cumple con creces Lynne Ramsay su propósito de trazar, sin subterfugios, el retrato de un protagonista demoledor y psicológicamente perturbado que salva a otros pero es incapaz de salvarse a sí mismo. En ese juego de mente destrozada incapaz de deslindar lo que la realidad le depara y lo que su cerebro imagina, el protagonista transita de modo irremediable hacia ese ámbito en el que el dolor psicológico cobra cuerpo y acaba por arruinar cualquier esperanza personal. O casi.
A medida de Phoenix
Un papel que parece hecho a medida para Phoenix. Como reconoce la directora: «La película no sería la misma sin Joaquin. Sólo él podía transmitir esa rudeza y esa energía. La fisicidad que imprime a cada escena. La mayor preocupación de él era que el espectador sintiera su fragilidad y su humanidad. Lo ha logrado a la perfección. Gracias a su trabajo, el personaje no es sólo una abstracción».
Nacida en Glasgow, Ramsay está considerada una de las voces británicas más originales e interesantes del cine independiente actual. Mantiene esta cineasta una larga relación con Cannes ya que ganó el Premio de Jurado en 1996 por su película de graduación, el cortometraje Small Deaths, y en 1998 por su tercer cortometraje Gasman. Su primer largometraje Ratcatcher se estrenó en la sección Un Certain Regard (2000) y ganó la Mención Especial.
Su penúltima estrega, Tenemos que hablar de Kevin, fue la única película británica nominada a la Palma de Oro en la competición oficial de 2011. Recibió varias nominaciones al BAFTA y obtuvo el premio al Mejor Director en los premios de Cine Independiente Británico, Mejor Película en el Festival de Cine de Londres y Mejor Guion, premio que concede el Writers Guild of Great Britain. Swimmer, un encargo para la Olimpiada Cultural de Gran Bretaña, ganó en 2013 el BAFTA al Mejor Cortometraje.
En realidad, nunca estuviste allí
Dirección: Lynne Ramsay
Guion: Lynne Ramsay, basándose en una novela de Jonathan Ames
Intérpretes: Joaquin Phoenix , Ekaterina Samsonov, Alessandro Nivola, Alex Manette, John Doman, Judith Roberts
Fotografía: Thomas Townend
Música: Jonny Greenwood, primer guitarrista y teclista de la banda Radiohead
Montaje: Joe Bini
Gran Bretaña, Francia, EE.UU. / 2017 / 95 minutos