Reclamados por Esther, madre que padece una enfermedad tan invalidante como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), tres generaciones de su familia se reúnen para pasar un fin de semana… y despedirse. Ya anciana y felizmente casada, Esther, con la complicidad de su marido, ha decidido poner fin a su vida antes de que su estado se deteriore y le impida valerse por sí misma.
Horas finales
Los ha convocado para compartir sus horas finales en un ambiente cálido y que quede en todos un recuerdo entrañable. No ha encontrado mejor opción que la muerte digna y así se lo explica a todos.
De partida todo parece marchar como lo había previsto y que cada cual acate la opción tomada, pero a medida que transcurre el tiempo y se aproxima la hora definitiva, la decisión materna resulta cada vez más difícil de aceptar, especialmente por parte de sus hijas Sanne y Heidi. Al aflorar dudas y viejos conflictos no resulta tan sencillo que las sonrisas perduren y reine el sosiego.
Con muy buena mano ante tema tan espinoso, Bille August vuelve a desplegar un noble y equilibrado ejercicio de cine marcado, sin morbo alguno, por el análisis de cómo gestiona el ser humano los conflictos en situaciones extremas.
Más preguntas que respuestas
Técnicamente sirviéndose de una mezcla de carpintería propia del teatro y planos en el que los paisajes nórdicos mandan y aportan calma para la reflexión, nos integramos en un complejo entramado de emociones. Todo ello marcado por un escenario en el hay que tomar decisiones sobre el hecho decisivo de la historia. Y sin embargo, en ningún momento se dan respuestas cerradas. August vuelve a poner sobre la pantalla más preguntas que respuestas, y eso dignifica el resultado final.
A la hora de dotar de credibilidad a lo que vemos adquieren peso sus intérpretes. La actriz Ghita Norby, respetada como pocas en el mundo del teatro nórdico, vuelve a hacer piña con August un cuarto de siglo después de Las mejores intenciones para dar vida a Esther, la anciana enferma. El también veterano Morten Grunwald no está por debajo de la protagonista en su papel de marido aliado, como tampoco lo están las hijas en la ficción, Danica Curci y Paprika Steen, Premio en San Sebastián por esta interpretación.
Al comentar el tema de fondo del filme, Steen, una de las musas del movimiento Dogma en sus inicios, ha declarado que «cuando te cuestionas la decisión de la eutanasia, surgen más y más preguntas. Pero el arte consiste también en plantear dudas y dejar que el espectador encuentre sus respuestas».
El peso del pasado
Pesan mucho en August dos películas de tan alto nivel como Pelle, el conquistador (1987), con la que obtuvo el Óscar, y Las mejores intenciones (1991), Palma de Oro en Cannes. Han pasado muchos años desde que las rodase y parece que todo lo que ha hecho posteriormente fuera descafeinado, especialmente su última entrega, Tren de noche a Lisboa, que concitó furibundas críticas. Desde luego no es una buena película, pero tampoco el esperpento que calificaron algunos.
En cualquier caso, el Corazón silencioso que ahora entrega late con interés. Así fue reconocido en el último Festival de San Sebastián cuando una cerrada y conmovida ovación cerró su proyección.