Su visión remite de forma inevitable a otro rendido (mítico) largometraje y, de hecho, ha sido calificada como la “Cinema Paradiso india”, aunque lo que se cuenta y cómo se cuenta vaya por derroteros distintos en esta propuesta que ganó la Espiga de Oro de la Seminci de Valladolid y el premio del público en los festivales de Tribeca y Mill Valley.
La última película se centra en Samay, un niño de nueve años que vive con su familia en una aldea en la que su padre tiene un quiosco en la destartalada estación de tren que comunica el mundo con aquella remota región. Un día el pequeño acude al cine por primera vez y queda deslumbrado por lo que ve. Contra los deseos de su padre, vuelve al cine día tras día y se hace amigo del proyeccionista que, a cambio de la comida que la madre le prepara para que lleve a la escuela, lo cuela cada día en la humilde sala de proyección desde donde el hipnotizado espectador ve las películas gratis.
Rápidamente, Samay asume que las historias se convierten en luz, la luz en películas y las películas en sueños y decide que lo imposible pueda ir tomando forma real en su vida.
Contagiados por la emoción que Samay transmite a los chavales que integran su pandilla emprenden, con él a la cabeza, acciones destinadas a captar la luz y proyectarla sobre una sábana. Echándole imaginación construyen un rudimentario artefacto que, ¡milagro!, hace posible algo parecido a un cine. Sin embargo, y como queda dicho. las andanzas de Samay tienen mucho que ver con la historia del propio realizador, perseguir tus sueños a menudo significa dejar atrás algunas cosas que amas.
Mención muy especial para Nangesh Bhavin Aalabhai, también conocido como Bhavin Rabari, el actor protagonista, un chaval de nueve años seleccionado entre más de 3.000 aspirantes y que, como apunta el realizador, “tanto él como su pandilla tenían que ser de la región de Gujarat, donde crecí, para poder contar con el lenguaje corporal que la película exigía”.
Bhavin Rabari no es un actor profesional. Vive en el apartado pueblo de Vasai, en Gujarat, estudia en la escuela del lugar y en raras ocasiones puede ir al cine porque las salas están en la ciudad, muy lejos. En su tiempo libre ayuda a su abuelo a vender té en su puesto y se declara muy orgulloso de su legado rabari y kathiawari.
El cineasta Pan Nalin se dio a conocer en 2001 con Samsara, extraordinario éxito de crítica que le reportó más de treinta premios internacionales. Poco después, su documental Ayurveda, el arte de vivir se estrenó en salas de cine de todo el planeta convirtiéndose en otro éxito. En 2015, su película 7 Diosas se convirtió en el primer filme indio en lograr el premio del público en el Festival de Roma, además de ser también finalista en Toronto, y su epopeya romántica Valley of flowers está considerada película de culto underground.
Nalin también ha realizado documentales para canales internacionales como la BBC, Discovery y Canal Plus. Ahora regresa a España con La última película, su primer largometraje rodado en el idioma gujarati. Una sentidísima carta de amor que alberga multitud de referencias a las películas y cineastas que han marcado su vida y su obra, como los hermanos Lumière, Michelangelo Antonioni, Andrei Tarkovsky, Federico Fellini o Stanley Kubrik.
La última película
Dirección y guion: Pan Nalin
Intérpretes: Bhavin Rabari, Rahul Koli, Richa Meena, Dipen Raval, Tia Sebastian, Vikas Bata
Fotografía: Swapnil S. Sonawane
Música: Cyril Morin
Montaje: Shreyas Beltangdy
India / 2021 / 110 minutos
Distribuidora: Karma Films