La novela de Margot Lee Shetterly Hidden Figures: The story of the African-American women helped win the space race a la que se ciñe el guion nos traslada a comienzos de los años 60. Katherine Johnson (Taraji P. Henson), Dorothy Vaughn (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe) son un equipo de mujeres negras expertas en matemáticas que trabajan como ordenadores humanos en la NASA.
En plena Guerra Fría, estadounidenses y soviéticos competían en una frenética carrera por la conquista del espacio. El mundo observaba cuál de las dos culturas, cuál de los dos mundos llegaría más lejos. En esa lucha abierta, y siguiendo directrices de la NASA, el objetivo era adelantarse mediante la puesta en órbita del astronauta John Glenn –lo que se consiguió en 1962 a 27.000 kilómetros por hora en un viaje en el que rodeó tres veces el globo terráqueo– y lo que se intuía como un reto todavía más complejo, garantizar su regreso sano y salvo.
Figuras ocultas se desarrolla durante las encrucijadas de algunas de las batallas más determinantes de la historia de Estados Unidos: la lucha por los derechos civiles, la batalla por ganar la Guerra Fría y la lucha por ser la primera superpotencia en llevar a un humano fuera del planeta.
Ordenadores humanos
A Katherine G. Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson se les presentó la oportunidad de utilizar su conocimiento, su pasión y sus cualidades justo cuando las exigencias de la Segunda Guerra Mundial cambiaron el tejido social del país. A las mujeres en general se les invitó a trabajar en las fábricas. Y aunque es menos conocido, lo mismo ocurrió en la ciencia y en las matemáticas. Debido a la enorme escasez de científicos y matemáticos masculinos y a las nuevas leyes que prohibían la discriminación racial, los contratistas de defensa y las agencias federales empezaron a buscar mujeres y afroamericanos que tuvieran las competencias para seguir impulsando las investigaciones más importantes.
En el laboratorio del Centro de Investigación Langley en Hampton (Virginia), dirigido por el Comité Nacional para la Aeronáutica, precursor de la NASA, buscaban mentes brillantes de procedencias poco convencionales. Necesitaban personas con talento para trabajar de «ordenadores humanos», es decir, gente excepcional con el cerebro necesario para realizar rápidos y avanzados cálculos antes de que se contara con superordenadores digitales que pudieran calcular de manera precisa las trayectorias de un cohete.
El director Theodore Melfi explica: «para la NASA, en ese momento de la historia, los cerebros eran más importantes que la raza o el sexo. Éstas eran brillantes mujeres que podían aplicar las matemáticas necesarias, que estaban hambrientas de oportunidades y que deseaban tener la opción de poder cambiar sus vidas».
Las tres mujeres protagonistas de esta historia fueron tres figuras ocultas que poco a poco fueron deslumbrando a quienes con ellas trabajaron, convirtiéndose en indispensables en los avances que hicieron realidad los viajes espaciales. Además, sirviéndose del eco de su talento, reivindicaron los derechos de la población negra.
Protagonistas reales
Katherine Johnson, a la que da vida en la pantalla la actriz Taraji P. Henson, que estudió matemáticas avanzadas para interpretarla, fue una niña prodigio que empezó el instituto con 10 años y se licenció en Matemáticas y Francés a los 18, antes de convertirse en una de las primeras personas en formar parte de la Universidad de Virginia Occidental. Empezó a trabajar en Langley en 1953. Mientras trabajaba para la NASA era una mujer soltera con tres hijos.
Dorothy Vaughan, magníficamente interpretada por la ganadora del Óscar por Criadas y señoras Octavia Spencer, se licenció en la universidad con 19 años y trabajó como profesora de matemáticas antes de llegar a Langley en 1943. Rápidamente se convirtió en la jefa del equipo de West Computing.
Mary Jackson, a la que interpreta en su segunda aparición en cine la estrella del pop Janelle Monaé, se había licenciado en Ciencias Físicas y Matemáticas y se convirtió en ingeniera aeroespacial cuando empezó a trabajar en Langley en 1951. Se especializó en experimentos con túneles de viento. Se significó muy especialmente por utilizar su posición de forma muy solidaria y por su lucha reivindicativa.
Como refleja la medida propuesta de Melfi, que se sirve también de la buena interpretación de Kevin Costner como jefe de las protagonistas y discurre sin caer en ensalces hagiográficos innecesarios, tan frecuentes en este tipo de filmes, traspasando las fronteras de sexo y raza, estas tres figuras ocultas ayudaron a ganar la carrera espacial y, al tiempo, propulsaron el cohete de la igualdad de derechos. La película hace justicia y contribuye a rendir el reconocimiento público que se les debía hace tiempo a quienes han tardado varias generaciones en recibirlo.
Dirección: Theodore Melfi
Guion: Theodore Melfi, Allison Schroeder (Basado en la novela de Margot Lee Shetterly)
Intérpretes: Taraji P. Henson, Octavia Spencer, Janelle Monáe, Kevin Costner, Jim Parsons, Glen Powell, Kirsten Dunst
Música: Benjamin Wallfisch, Pharrell Williams, Hans Zimmer
Fotografía: Mandy Walker
Estados Unidos / 2016 / 127 minutos