Tiene 46 años que ni de lejos aparenta. Con su flequillo descolocado y un amplio foulard muy francés, podría ser uno más de los personajes que en sus películas se detienen en el mundo de la adolescencia y la primera juventud. Y, sin embargo, desde 1997, cuando debutó en esto de las pantallas con el mediometraje Mirar el mar, y a través de cada nueva entrega (y van 16), este sujeto con cara de niño bueno y actitud afable es Ozon, incuestionable referente de eso que conocemos, aunque el término pueda gustar a unos más que otros, como cine de autor.
Admirador de Luis Buñuel, -hay algo Belle de Jour, y no sólo por el tema, en Joven y bonita-, en su primera declaración nos acerca una frase del cineasta aragonés: “La belleza del arte es el misterio”, para de seguido señalar que uno de los objetivos esenciales de su cine es plantear preguntas. “Aspiro a que mi cine formule interrogantes en el espectador. Cuando salgo de una sala y me ha gustado lo que he visto me lo llevo en la cabeza, le doy vueltas, me plantea cuestiones, a veces me hace dudar de lo que pienso o pensaba sobre algo. Quiero que mi cine haga lo mismo en quien lo ve. A eso aspiro”.
¿Es decir, que lo no convencional de los temas que usted aborda se marca como meta sembrar inquietud?
Bueno, es una forma de verlo. Evidentemente no es mi único objetivo pero quiero que el espectador, por decirlo de alguna forma, no se “vaya de vacío”. Y lo quiero porque eso es lo que quiero para mí cuando veo el trabajo de otros.
Hay en sus personajes y en sus películas una especie de reivindicación de la diferencia…
Sí. Me gusta que así se perciba. Soy consciente de esa búsqueda que también me define como persona, pues a menudo para llegar de un punto a otro tiendo a no seguir el camino más fácil. Cada camino está lleno de ramales, dudas, sorpresas, posibilidades… no es algo directo sin más. Así veo la vida y supongo que eso se refleja en mis películas.
¿Y una honda preocupación por lo social?
Inevitablemente estás atento a lo que sucede a tu alrededor y eso deriva en una forma de “mirada social” en lo que haces. Pero tengo muy claro que mi labor no es enjuiciar. Yo planteo temas, pero no enjuicio. Tampoco juzgo a los personajes de mi cine. Las películas se completan en el espectador y es el espectador el que tiene que sacar sus conclusiones.
¿Qué difícil ser aséptico al tratar un tema como la prostitución juvenil?
Insisto en que es el espectador el que debe tener su propio punto de vista. En Joven y bonita, que asumo que plantea un tema muy difícil, muy complejo, era importante enamorarme de ella, de la joven protagonista, y no juzgarla, solo seguirla y tratar de entender y estar cerca de su misterio.
¿Qué le llevó a realizar una propuesta como ésta?
Cuando hicimos En la casa fue para mi una experiencia muy gratificante trabajar con actores jóvenes. Lo pasé muy bien y aprendí cosas que no esperaba. Aunque en mis primeras películas el tema de la adolescencia y la primera juventud estaba presente, desde que rodé en 2001 Bajo la arena no había tocado el tema hasta En la casa. Así que me dije, vamos a intentarlo otra vez. Y de mis ganas de filmar a la juventud de hoy y los problemas a los que se enfrenta surgió Joven y bonita, otra experiencia extraordinaria.
Háblenos de ella como espectador. Cuéntenosla…
(Se sorprende ante la propuesta. Ojos que miran fijos, que escrutan y sonríen. Se arranca…)
Bueno, lo mejor es verla. Quien lo haga comprobará que la película gira en torno a lo que significa tener 16, 17, 18 años y percibir y asumir cómo se transforma el cuerpo. Aunque en primera instancia pueda parecerlo, Joven y bonita no es una película sobre la prostitución aunque veamos a una joven que vende su cuerpo a extraños. De la misma forma podría haber utilizado el tema de la anorexia, el de las drogas o el del suicidio para reflejar, o intentarlo, explicar ese fenómeno que lleva a la protagonista a violar su propio cuerpo y probar los límites. Violentándolo explora. En la adolescencia de esta joven, como en la de tantos y tantas adolescentes, la sexualidad aún no está conectada con los sentimientos.
Además quería alejarme de un fenómeno tan recurrente en esto del cine como es la idealización de la adolescencia. Yo la recuerdo como un período difícil, incluso doloroso, lleno de ansiedad y dudas; un tiempo de sufrimiento y transición.
Magnífica Marine Vacth como protagonista y debutante.
Tengo que decir aquello de que cuando la vi supe que era ella. Que el papel que yo había pensado era para ella. Su apariencia física es portentosa. Pero hay algo más detrás de su físico. Su belleza enmascara un misterio, una especie de secreto que despierta la curiosidad.
Cuenta, además, con una gran ventaja por el hecho de ser modelo. Eso le da mucha libertad en el manejo de su cuerpo como una herramienta. Carece del pudor que a veces te encuentras en otras actrices y que puede llegar a ser un problema. Las escenas sexuales de la película requerían realismo, pero no sordidez. Marine entendió todo perfectamente y ha hecho un trabajo magnífico, realmente apabullante para una persona que debuta en esto.
Inevitable evocar a Buñuel y su Belle de jour al ver Joven y bonita.
(Corta la pregunta para explicar…)
Admiro a Luis Buñuel. Desde luego está entre mis cineastas de referencia, pero su extraordinaria Belle de jour es una película sobre la prostitución, sin duda una de las mejores que se hayan hecho nunca sobre el tema, pero la mía trata de la adolescencia. Son muy diferentes.
(Y sonríe. Ojos que interrogan y afirman al tiempo. Puntuales, amables, fijos, como intentando vislumbrar de que modo encajan sus palabras en quien las escucha. ¿Le ha gustado?, pregunta a su vez…)
La adolescencia y sus límites
[1]Isabelle es una joven que lo tiene todo, empezando por una belleza desarmante. Tiene, además, una familia, clase media alta, que la quiere y la rodea de comodidades y libertad.
Su despertar sexual tiene lugar durante un verano en el que conoce a un noviete alemán que no acaba de apasionarla. Con el otoño algo florece en su interior y, sin que sepamos las razones exactas, comienza a embarcarse en el mundo de los encuentros y de la prostitución, siempre con hombres mucho mayores que ella.
La acción transcurre a lo largo de un año escolar y Ozon abre y ambienta cada una de las cuatro estaciones con canciones de la francesa Françoise Hardy que reflejan el amor adolescente: desgraciado, desilusionado y romántico.
Hipnótica y bellísima, protagoniza la cinta la modelo y debutante como actriz Marine Vatch, rostro conocido de firmas como Yves Saint-Laurent, Ralph Lauren y Chloé, que aporta al personaje mucho más que una cara y un cuerpo. Sus vaivenes emocionales, lo inquietante de su ingenuidad y de sus dudas y su espíritu transgresor se reflejan en cada uno de sus movimientos, en la profundidad de una mirada que está llamada a muchas más apuestas cinematográficas. Ahí hay actriz.
Entre quienes la acompañan en el reparto destaca Charlotte Rampling, a la que le basta una corta secuencia para hacerse con la pantalla y con quien la contempla.
Joven y bonita, otro peldaño, e importante, en la carrera de François Ozon, un director que gusta de darle papel al espectador pues a través de unas propuestas siempre abiertas, quiere que sea quien mira el que acabe de rematar la historia.
[2]Joven y bonita
Direccion y guion: François Ozon
Intérpretes: Marine Vacth, Gerladine Pailhas, Fantin Ravat, Johan Leisen y Charlotte Rampling
Fotografía: Pascal Marti
Música Philippe Rombi
Francia / 2013 / 94 minutos