Y sin embargo, quédense con la copla: hizo más de medio centenar de cintas, trabajó con algunos de los grandes directores de su tiempo -de Joseph Leo Mankiewicz a Otto Preminger pasando por Stanley Donen o Frank Capra- y dejó algunas interpretaciones memorables. Las hizo en los géneros más diversos. Ganó un óscar, supo estar a la altura bailando a la vera de Gene Kelly e incluso dirigió una película que no estaba mal. Justo cien años después de que viniera al mundo un 12 de diciembre de 1915, dejamos de lado su ingente discografía, su fama de conquistador y su vida turbulenta para repasar algunas cimas de su obra en el celuloide.
Levando anclas (1945)
Una de sus primeras películas y un clásico del género musical. La década dorada de Sinatra es, a todos los niveles, la de los cincuenta, pero unos años antes protagonizó con Gene Kelly algunos éxitos notables. Aquel tirillas podía obviamente lucir su arte canoro al lado de cualquiera sin miedo a que le hicieran sombra; ahora bien, calzarse los zapatos de claqué al lado de Kelly era ya harina de otro costal. Dirigida por George Sidney, en esta historia de dos marineros Kelly bailaba con el dibujo animado del ratón Jerry, Sinatra estrenaba un estándar (I fall in love too easily) y el pianista valenciano José Iturbi salía dirigiendo la orquesta, pero quedémonos con Sinatra y Kelly haciendo lo que mejor hacían: cantar y bailar.
Un día en Nueva York (1949)
Y de dos marineros a tres. De Los Ángeles a Nueva York. 24 horas de permiso para conocer la capital del mundo a ritmo de canciones y bailes. A los mando musicales nada menos que Leonard Bernstein y en la dirección debutan al alimón Gene Kelly y Stanley Donen, verdaderos pioneros en la integración del baile en el argumento. Película que palidece –y cuál no- al lado de la siguiente obra de la pareja directora (Cantando bajo la lluvia) pero que nos enseña una completísima colección de postales de Nueva York en apenas tres minutos
De aquí a la eternidad (1953)
La película del óscar. La película de la resurrección. Su por entonces esposa Ava Gardner intervino para que le dieran el papel con el que se llevó la estatuilla al mejor actor de reparto. Fue un revulsivo para una trayectoria que no atravesaba su mejor momento. Ambientada en la Segunda Guerra Mundial, en la base militar de Pearl Harbor poco antes del ataque japonés, y dirigida por Fred Zinnermann, era una historia de amistades y amores adúlteros… y muchas peleas: hasta Sinatra se ve obligado a intentar romperle la crisma al gran Ernest Borgnine.
El hombre del brazo de oro (1955)
Probablemente la mejor interpretación de Sinatra, que en esta cinta de Otto Preminger se mete en la piel de un batería con sentimientos de culpa y adicción a la heroína. Un caramelo para cualquier actor que no desaprovecha. Carlos Aguilar en su libro Cine y Jazz (Cátedra, 2013) escribe que “sus escenas con la jeringuilla en su día batieron las marcas de sordidez fílmica americana y le valieron a su director la acusación de sensacionalista”. Con una jazzística banda sonora a cargo de Elmer Bernstein justamente legendaria, la película efectivamente contiene una secuencia de ésas en las que el drogadicto, encerrado en una habitación, quiere romper la pared a cabezazos porque está pasando el mono a pelo; una situación que luego hemos visto tantas veces en posteriores películas.
Ellos y ellas (1955)
Joseph Leo Mankiewicz, director de Eva al desnudo, Julio César o La condesa descalza, se metía de vez en cuando en películas que a priori no le convenían. Lo hizo en este musical en el que puso además a Marlon Brando a cantar y bailar. Obviamente Brando tampoco se veía en el papel y Mankiewicz le mandó un telegrama: “No tenemos nada que temer porque yo tampoco he dirigido nunca antes una comedia musical. Afectuosamente, Joe”. El que sí se encontraba en su hábitat era, cómo no, nuestro hombre. No hay más que verlo…
Alta sociedad (1956)
Historias de Filadelfia (1940) es una de las mejores comedias de todos los tiempos. Cada día que pasa es mejor. A medida que la película cumple años lo hacen mejor Cary Grant, James Stewart y Katherine Hepburn bajo la dirección de George Cukor. Un director y unos actores en estado de gracia para una película que lo último que necesitaba era una remake. Pero puestos a hacerlo, una alternativa podía ser convertirlo en un musical. Los mimbres (Sinatra, Bing Crosby, Louis Armstrong, Cole Porter) no eran precisamente desdeñables pero el cesto quedó bastante lejos del original. Al menos sirvió para que Crosby y Sinatra bebieran, vacilaran y cantaran a dúo.
Pal Joey (1957)
Sinatra mejor rodeado que nunca: entre Rita Hayworth y Kim Novak. Esta adaptación del musical de Broadway dirigida por George Sidney incluye unas de las glorias del cantante: su interpretación del clásico de Rodgers y Hart, The lady is a tramp. Cuando la cantaba en directo le gustaba añadir a la letra palabras malsonantes. La versión de la película es inmejorable y solo por ella vale su visionado. Cantar e interpretar a la vez, chulería y talento en grado máximo.
Como un torrente (1958)
Indiscutiblemente una de las películas grandes de Sinatra, uno de los mejores melodramas de los cincuenta. No en vano detrás de la cámara estaba un especialista, Vicente Minnelli. Sinatra interpreta a un escritor sin éxito y veterano de guerra que entabla relación con un –siempre creíble- alcoholizado Dean Martin y una intensa Shirley MacLaine. Grandes amigos en la vida real, verles juntos en secuencias como ésta parece anticipar la siguiente película aunque el tono sea muy otro.
La cuadrilla de los once (1960)
Uno piensa cómo sería la vida de Sinatra en la vida real y no le imagina precisamente jugando en el parque con su hija Nancy, sino pasándolo en grande en Las Vegas, bebiendo y rodeado de amigotes como Sammy Davis Jr. o Dean Martin. En esta película hace eso y otras cosas como, por ejemplo, planear el asalto de varios casinos a la vez. Cuarenta años después trataron de hacer lo mismo George Clooney y Brad Pitt.
El mensajero del miedo (1962)
La paranoia de la guerra fría hecha película. Otra obra que tuvo también remake cuatro décadas después con Denzel Washington haciendo el papel que interpretó Sinatra. Antes de Homeland estuvo este thriller político sobre el lavado de cerebro de los prisioneros americanos en la guerra de Corea que pese a algunos pasotes no ha envejecido mal y contiene una buena interpretación de un Sinatra que empieza aquí a llenar un poco más los trajes. Un Sinatra asaltado por las pesadillas, incapaz de encenderse un pitillo ante la mirada atónita de Janet Leight.
Tres años después Sinatra se puso por primera y única vez delante y detrás de las cámaras para rodar Todos eran valientes (1965), ambientada en la Segunda Guerra Mundial. En el tramo final de los sesenta aún hizo varias películas estimables bajo la dirección de Gordon Douglas como Hampa dorada (1967) o El detective (1968). Luego ya no volvería a hacer nada interesante como actor. Como cantante, en cambio, aún le quedaba un poco más que decir. Por desgracia, no mucho más.