El resultado nos deja ante un largometraje aterrador y profundamente inquietante si observamos éste mundo de hoy en el que campean a sus anchas las noticias falsas y quienes, sin pagar peaje alguno, las construyen.
Basada en los últimos años de Joseph Goebbels, El ministro de propaganda, a quien da vida en pantalla Robert Stadlober, ganó el Premio del Público en el Festival de Múnich. La película, muestra a un auténtico maestro de la manipulación con gran poder de seducción. El hombre que convenció al pueblo alemán de que solamente una persona podía volver a hacerlo grande: Adolf Hitler.
Al tiempo el film busca respuestas a trascendentales preguntas. ¿Cómo pudieron los perpetradores llevar a cabo sus crímenes y por qué una gran parte de los alemanes siguieron a Hitler?
Lo sucedido hace ochenta años no hubiera sido posible sin la poderosa maquinaria propagandística encabezada por Joseph Goebbels. El ministro dio forma a la imagen pública del nazismo, una imagen que sigue ejerciendo una influencia destructiva hasta el día de hoy. Goebbels transformó insidiosa y eficazmente las noticias en mentiras, las películas en obras de odio antisemitas, los documentos en falsificaciones y los discursos en diatribas. E incluso hoy, como apunta el guionista y realizador, “en la era de las noticias falsas y la guerra de desinformación, los agitadores y algunos gobernantes modernos utilizan los mismos mecanismos de propaganda para perpetuarse en el poder”.
La trama de El ministro de propaganda abarca el período de marzo de 1938 a mayo de 1945. En 1938, Goebbels está en la cima de su poder y la aprobación de la política de Hitler alcanza niveles sin precedentes. El dictador se encamina sin vuelta atrás hacia la guerra. Pero la propaganda hasta ahora ha hecho hincapié en la paz, por lo que no es posible un súbito cambio de dirección.
En ese sentido la actitud de Goebbels es criticada por el Führer, por lo que desde ese momento intenta todo para recuperar su posición y alimentar el entusiasmo de la población por la guerra. Inicia el pogromo del 9 de noviembre de 1938 y planea las películas fuertemente antisemitas Süss, el judío y El judío eterno, en las que Hitler participó en proceso de producción.
La movilización mediática se pone en marcha fundándose organizaciones de manipulación y propaganda. Paralelamente en los multitudinarios actos públicos se lleva a cabo una puesta en escena de difusión casi perfecta y controlada. El momento culminante es el desfile de la victoria, planificado al detalle y que sigue a la capitulación de Francia. En 1941, Goebbels vuelve a contar con el favor de Hitler. Con la “campaña rusa”, la guerra está en marcha y los asesinatos en masa están llegando a su punto álgido.
Pero tras la inesperada derrota en Stalingrado, Goebbels diseña vengativas medidas y llama a la “guerra total”. Pronuncia el discurso del Palacio de Deportes, su obra maestra de propaganda. Una y otra vez pide una acción más despiadada e insta a su Führer a ser más vehemente en sus apariciones públicas. Así las cosas, la situación se vuelve cada día más desesperada. A finales de 1944 ante la situación catastrófica para Alemania, queda claro que Hitler no tiene ningún plan alternativo.
A través de sus actuaciones propagandísticas, el ministro se manifiesta cada vez más ocupado, preocupado, por dejar su imagen para la posteridad. Tras el suicidio de Hitler, Goebbels realiza el acto de propaganda más radical que todavía le es posible, al asesinar a sus cinco hijos y acabar con su vida y la de su mujer.
Como manifiesta Joachim A. Lang: “Nuestra película rompe tabúes pues aborda el tema de una manera nunca vista hasta ahora: mostramos el punto de vista de los perpetradores, lo que es necesario e indispensable. Todos los diálogos se basan en citas y están respaldados por fuentes con fundamento. Es increíble cómo se expresaban y actuaban los nazis. Pasé décadas revisando todos los documentos disponibles para ello. Así es como realmente hablaron, actuaron y llevaron a cabo sus planes asesinos, junto con innumerables alemanes que estaban dispuestos a seguirlos y que eran responsables de sus actos”.
“Esto es indignante, nunca antes se había hecho en una película y conduce a percepciones y visiones como no se habían tenido, y al mismo tiempo es una ruptura de tabúes al mostrar a los nazis como seres humanos. El impacto es horrible… Nuestra película no se ocupa de la imagen oficial transmitida por Goebbels, que se utiliza a menudo tanto en documentales como en largometrajes. Deconstruimos esta imagen y mostramos la verdad detrás de la fachada. El resultado es una mirada única y sin adornos al interior del aparato de poder”.
Para mí, concluye Lang en la entrevista que adjuntamos, “la cita de Primo Levi, superviviente de Auschwitz, con la que comienza y termina nuestra película es válida: ‘Ocurrió y, por tanto, puede volver a suceder’. Ese es el núcleo de lo que tenemos que decir’. Pero ¿cómo podemos llegar a comprender lo incomprensible, a sondear lo inconcebible y a mostrar lo indemostrable? Estoy convencido de que esto sólo es posible si exponemos a los mayores criminales de la humanidad como lo que son: personas de carne y hueso. Porque solo mirando de cerca a los mayores criminales de la historia de la humanidad, acercándonos a ellos, podemos arrancar la máscara de sus rostros, hacer transparentes los mecanismos de la demagogia y también desarmar a los agitadores del presente”.
La película se cierra con la declaración de Margot Friedländer, una judía berlinesa nacida en 1921 y la única superviviente de toda su familia durante el Holocausto. Deportada al campo de concentración de Theresienstadt en 1944, tras su liberación vivió en los Estados Unidos durante más de seis décadas. En 2010 regresó a Alemania, desde entonces participa en actos públicos en los que se alza contra el olvido e insta a no bajar la guardia para que atrocidades como la que vivió no se repitan.
“Sobreviví, comenta Margot mirando fijamente a cámara. Puedo hablar por aquellos que no pueden hablar. No hablo solo por los seis millones de judíos, sino por todas las personas que fueron asesinadas en esa época. La gente que lo hizo no reconocían a las personas como personas y no podemos olvidar que, independientemente de su raza, condición o creencias, todos los seres humanos somos iguales”.
Lúcida. Necesaria también, El ministro de propaganda deja en el espectador un espacio, amplio e inquietante, para la reflexión.
El ministro de Propaganda
Dirección y guion: Joachim A. Lang
Intérpretes: Robert Stadlober, Fritz Karl y Franziska Weisz
Fotografía: Klaus Fuxjäger
Música: Michael Klaukien
Alemania, Eslovaquia / 2023 / 123min
A Contracorriente Films