Como cada año, Xolani, obrero solitario al que da vida y credibilidad en pantalla el debutante como actor pero consolidado músico Nakhane Touré, participa junto a otros hombres de su comunidad en la Ukwaluka, un rito iniciático tradicional para jóvenes Xhosa que están en los últimos años de la adolescencia. El joven Kwanda, procedente de Johannesburgo y tutelado por Xolani, recibe las burlas de sus compañeros por ser de ciudad y demasiado sensible. Cuando Kwanda descubre que Xolani está enamorado en secreto de otro de los cuidadores del campamento la vida de los tres cambiará radicalmente.
John Trengove, que en 2014 sorprendió en Berlín con su cortometraje The Goat, con eco y proyección en más de cuarenta certámenes cinematográficos de los cinco continentes, mete ahora cámara en un tema tan sensible como los ancestrales ritos africanos sabiendo, así lo manifiesta él mismo, que el tema iba a levantar polvareda: «La herida nace de mi deseo de abordar los estereotipos asociados con gran frecuencia a la masculinidad negra en el cine, tanto en África como en otros lugares. Como hombre blanco, representar la vida de hombres negros marginados, llevar a escena un mundo ajeno a mí, no parecía natural. Es más, fue increíblemente complicado. Me importaba que la historia en sí reflejara esta problemática, por lo que creé el personaje de Kwanda, que es ajeno a este mundo de tradiciones y manifiesta una perspectiva parecida a la mía sobre los derechos humanos y la libertad individual. Una película de este tipo no pretende aportar soluciones al infierno que viven millones de homosexuales en el continente africano y en el mundo, pero espero que consiga representar esta crisis como lo que es: un abismo profundo que no deja de crecer».
Signo de decadencia
Al escribir La herida se inspiró en Robert Mugabe. Sus declaraciones, así como las realizadas por otros jefes de Estado africanos desde inicios de los años noventa, dan a entender que la homosexualidad es un signo de la decadencia occidental que amenaza a la cultura tradicional. Entonces me dije: «Bien, pongamos en práctica esta idea. . Imaginemos la homosexualidad como una especie de virus que penetra en un organismo patriarcal y lo pone en peligro, y veamos cómo responde el organismo ante la amenaza».
Intensa y provocadora, La herida no deja a nadie indiferente y aunque no cabe calificarla de muy original, pese al escenario en el que se desarrolla y el ancestral, pero desconocido, rito que refleja, tiene el aroma del cine en estado puro y el suficiente vigor dramático que supura la eterna lucha entre libertad e identidad individual y el peso de lo colectivamente establecido.
El Ukwaluka es un rito tradicional de iniciación que practica la etnia Xhosa en Sudáfrica por el que los adolescentes se convierten en hombres. Dos veces al año, varios grupos de jóvenes –los iniciados– abandonan su comunidad para vivir en campamentos aislados y formar parte de un ritual de circuncisión. Durante varias semanas, los khankathas, hombres de su comunidad, los cuidan y les aconsejan. Después, los iniciados pueden regresar a sus hogares y acceder a los privilegios y responsabilidades de los hombres adultos.
Esta práctica es cada vez más criticada por cuestiones de salud y conservadurismo, pero continúa siendo un pilar de la cultura tradicional, que hace de este momento el más determinante de la vida de un hombre. Aunque a los hombres Xhosa se les prohíbe hablar abiertamente sobre su experiencia de Ukwaluka, Nelson Mandela desafío esta prohibición al describir su iniciación en su autobiografía El largo camino hacia la libertad. Por otro lado, este ritual es el tema del libro A Man Who is Not a Man, primera novela de Thando Mgqolozana, coguionista de La herida.
La herida
Dirección: John Trengove
Guion: J. Trengove, Thando Mgqolozana y Malusi Bengo
Intérpretes: Nakhane Touré, Bongile Mantsai, Niza Jay y Thobani Mseleni
Fotografía: Paul Ozgur
Música: Joao Orecchia
Montaje: Matthew Swanepoel
Sudáfrica, Francia / 2017 / 88 minutos
Surtsey Films