Pues bien, ahora Urwand nos desvela que no, que eso no es así, pues una significativa serie de altos ejecutivos de Hollywood, “personas que tomaban decisiones clave para la industria cinematográfica, de los que incluso algunos eran judíos”, colaboraron directamente con el partido de Adolf Hitler a la hora de mover los hilos del cine. “Una de las razones de ese apoyo -apunta el historiador- parte del convencimiento de que los alemanes acabarían ganando la guerra, por lo que estar a bien con ellos suponía un buen negocio”.
Implicaciones significativas
Esa colaboración fue tan estrecha en determinados momentos que no solo contribuyó a la diseminación mundial de la propaganda nazi, sino que incluso aportó financiación para la compra de armamento.
“Por miedo a la polémica, no se había difundido que en torno a 1930, Hollywood hizo negocios con los alemanes, pero si se analiza en profundidad se llega a la conclusión de que las implicaciones son realmente terribles porque hay pruebas incontrovertibles de que los estudios cinematográficos, entre ellos algunos de los más grandes y de mayor prestigio, trabajaron codo con codo con los nazis a lo largo de toda una década”, señala el autor.
La convicción de que Alemania sería la vencedora de la Segunda Guerra Mundial parece tener, en todo este turbio asunto, más peso de lo que en principio se cree. Urwand da ejemplos concretos y alude al filme de Lewis Millestone, basado en la obra bélica de Erich María Remarque All Quiet on the Wenstern Front, estrenada en diciembre de 1930.
El libro y, consecuentemente, la película reflejan con crudeza la derrota de los ejércitos alemanes en la primera de los dos contiendas universales. A través de Goebbels, uno de los destacados secuaces de Hitler, se inició una gran campaña hasta lograr que la película fuera retirada de las salas. La cinta desapareció.
Estudios y personas
[1]The collaboration: Hollywood´s pact with Hitler deja claro que lo grave del asunto no es tanto el poder censor nazi, sino el hecho de que el máximo responsable de los estudios Universal visitase a Hitler en Alemania con el objetivo de llegar a acuerdos ligados a la industria del cine.
Es conocida la gran afición del alemán por el cine y la fotografía y su admiración por las películas de Oliver Hardy y Stan Laurel (El Gordo y el Flaco). “La pleitesía llegó a tal nivel -asegura Urwand- que hay cartas remitidas por estudios de Hollywod que se cierran con un Heil Hitler!”.
No se ahorran nombres ni de personas ni de empresas. Entre estas últimas figuran los estudios Fox, Metro Goldwyn Mayer y Warner Brothers, y entre las personas que, según el historiador, hicieron guiños sospechosos se cuentan figuras tan conocidas como los todopoderosos productores Jack Warner y Louis B. Mayer.
En las antípodas de quienes pudieron flirtear con la idea nazi se señala a Charles Chaplin. Tras apuntar que El gran dictador es una demoledora y comprometida apuesta contra la barbarie nazi, “realizada con valentía en un momento en que por las todavía buenas relaciones entre Estados Unidos y Alemania el filme suscitó una agria polémica”, Urwandt apunta directamente a Chaplin como uno de los grandes valedores de la denuncia frente a la salvajada del genocida alemán.
The collaboration: Hollywood´s pact with Hitler [2]
Ben Urwand
Harvard University Press
320 páginas