Recuerda a continuación Mereghetti la que sea probablemente primera respuesta a pregunta tan manida, allá por 1895, cuando interpelado por sus hijos Louis y Auguste tras la proyección de La salida de la fábrica, (primeras imágenes filmadas), el padre de los Lumière dejó en el aire un lacónico: «el cine es una invención sin futuro».
El tiempo se encargaría de demostrar lo cargados de razón que estaban aquellos hermanos desoyendo las apocalípticas premoniciones paternas.
Sin límites
En el siglo largo transcurrido desde entonces, la dimensión adquirida por aquella invención ha hecho ciertas las palabras del director Jean Epstein: «Después de la triste aventura de la Torre de Babel, el cine es la única lengua universal posible», o aquella lejana declaración de Buster Keaton, «la cámara de cine no tiene límites. Su escenario es el mundo entero. Nada queda fuera de las posibilidades de la cámara de cine…».
Acaso en ese «sin límites» formulado ya a principios del siglo XX esté la respuesta a la prodigiosa evolución del invento. El cine parece no tenerlos.
Contrasentido
Movie: box, un libro de cine hecho con fotografías, podría parecer, en palabras de su autor, casi un contrasentido. Dice Mereghetti que las imágenes fijas, impresas sobre papel de manera indeleble, «no tienen nada de la vida en 24 fotogramas por segundo», de la experiencia tan engañosa como innegable de quien, sentado en una sala a oscuras, cree ver en la pantalla la reproducción de la vida real. Con sus movimientos y sus profundidades, sus vacilaciones y sus misterios.
La fotografía, por su naturaleza, tiende a bloquear, a detener, a petrificar. El cine lo evita. O al menos debería, porque luego basta poco para poner en movimiento la memoria y utilizar una imagen para recordar toda una película, mirar un rostro y volver a ver una escena, ver una expresión y recordar un sonido, una frase, un diálogo…
«Extraño mecanismo el que se desencadena al hojear este libro -apunta textualmente su autor-, porque en el fondo pretende convencer a quien ya está convencido, mostrar a quien ya esta convencido, mostrar a quien ya ha visto, contar a quien ya sabe».
Estimulante
Así es, pero esa realidad (mostrar lo visto, contar lo sabido) lejos de disuadir, estimula. Por esas cerca de quinientas páginas se pasean otros tantos personajes que nos son conocidos cuando no muy, muy familiares. La trastienda del cine a través de sus rostros, sus poses, sus escenas… A través del ojo y de la cámara de fotógrafos de todas las épocas revivimos el arte cinematográfico, su magia, sus espacios fantásticos, sus inmortales personajes.
Buscando respuestas a la vieja pregunta ¿qué es el cine?, el propio Mereghetti sugiere, «quizás sólo una actitud mental, un recorrido suspendido entre el sueño y la realidad, un modo de abrir la propia mente a experiencias… la posibilidad de iniciar un viaje que nos lleve donde no hemos estado nunca, que nos haga experimentar sensaciones que nunca hemos sentido, que nos guie por recorridos hasta ayer desconocidos».
Lo dicho; estimulante.