Formentera es, todavía, un refugio-paraíso. Con sus mochilas a la espalda, cinco jóvenes, tres chicos y dos chicas, desembarcan en ese rincón en el que el tiempo, y el mundo, parecen haberse detenido. Allí, a bordo de motos alquiladas recorren los sitios más pintorescos y, acampados en el bosque, al borde de un acantilado, se emborrachan, se bañan en el mar… El paraíso está en sus manos.
Adiós al paraíso
En busca de aventura, al día siguiente entran en una cueva para explorarla y pronto descubren que se han perdido en el laberinto de su profundidad.
Las risas se apagan cuando comprenden que si quieren sobrevivir deberán sufrir la experiencia más extrema e inhumana a la que se pueda enfrentar una persona. No tienen agua, no tienen alimento, no tienen ninguna oportunidad. La cueva se ha adueñado de sus seres.
Hasta ahí un argumento que, mal manejado, se hubiera convertido en una caricatura. Pero el resultado de lo que rueda Montero con la ayuda de un grupo de actores más que convincente, entre los que destaca Marcos Ortiz, que se llevó el Premio al Mejor Actor en Málaga, nos sume en la desazón como solo logran hacerlo las grandes producciones del género.
Sin artificio
Muy lograda, La cueva nos asfixia y nos hace comprender que este tipo de cine no precisa de efectos desmadrados, gritos que rompan tímpanos, ni toneladas de sanguinolento tomate. Basta con saber manejar los sutiles resortes del miedo que, como lo que se guarece en el fondo de La cueva, se esconde en donde, ¡ay!, menos lo esperamos. Y pocas cosas hay tan recónditas como el alma humana en situaciones extremas.
¡Agárrense a las butacas! El descenso merece la pena.
Dirección: Alfredo Montero
Guion: Javier Gullón y Alfredo Montero
Intérpretes: Marcos Ortiz, Marta Castellote, Jorge Páez, Eva García-Vacas y Xoel Fernández
Música: Carlos Goñi
Fotografía: Alfredo Montero
Productoras: Alfa Pictures, Betta Pictures y Morena Films
España / 2013 / 80 minutos