La historia nos lleva a la década de los 70, cuando los padres de Vintenberg, que por entonces rondaba los siete años, se mudaron a una comuna muy parecida a la que enmarca la película. Como él mismo comenta: «Fue una época loca, maravillosa y fantástica en la que me vi rodeado de genitales, mucha cerveza y música, drogas, charlas académicas que no entendía, amores, desamores y tragedias personales».
Aquel grupo nació por iniciativa de un matrimonio muy unido formado por Erik (Ulrich Thomsen), un profesor de arquitectura que hereda el viejo caserón de su padre en Hellerup, al norte de Copenhague, su mujer Anna, una conocida presentadora de televisión, y la hija de ambos, una adolescente que observa lo que sucede desde su particular perspectiva y jugará un papel importante en el peculiar grupo, al que se van adhiriendo una serie de personas marcadas por su intelectualidad y su espíritu liberal.
El grupo pretende huir del aburrimiento y acercarse a nuevas formas de vida. No hay líderes. Las decisiones se toman en común tras ser deliberadas por todos, incluidos los niños de la casa, y se habla abiertamente de cualquier asunto.
Todo fluye hasta que Erik se enamora y es correspondido por Emma, una alumna a la que él invita a sumarse a la comuna y acaba por incorporarse a la convivencia diaria.
Cobrando altura
Es en ese punto donde realmente cobra altura la trama que hasta entonces adolece de ciertas situaciones tópicas y algunas incongruencias. La segunda parte de la película, basada en la obra teatral del director, está presidida por la conmovedora interpretación de Trine Dyrholm, que nos mete en la piel de una Anna que pese a sus humanísimos esfuerzos no puede evitar su derrumbe psicológico.
La actriz, surgida en el grupo Dogma 95 y que ya había trabajado con Vinterberg en la excelente Celebración (1998), se sirve de muy pocos gestos para comunicarnos su profunda desazón.
Dyrholm borda el retrato de una mujer madura abocada a ser sustituida por otra sensiblemente más joven en el corazón de la persona a la que ama. “Es algo brutal. Yo mismo también he sido protagonista de una historia muy parecida y dolorosa”, admitió en la presentación del filme su director, que definió su propuesta como «una declaración de amor a mi infancia. Hubo un tiempo en el que la gente compartía, esos días se han acabado y lo echo de menos. Es una película sobre la transitoriedad de las cosas. El tiempo desaparece, el amor desaparece, la vida desaparece y las cosas terminan repentinamente», señala, para concluir ensalzando el papel clave de la actriz protagonista. Así es, Anna es el eje de La comuna. Vivimos como propia su inconsolable tristeza y con ella sentimos que su viaje vital inicialmente idílico tiene una difícil, utópica salida.
Dirección: Thomas Vinterberg
Guion: Tobias Lindholm, Thomas Vinterberg (Basada en la obra de teatro de Mogens Rukov y Thomas Vinterberg)
Intérpretes: Trine Dyrholm, Ulrich Thomsen, Helene Reingaard Neumann, Martha Sofie, Lars Rahthe, Magnus Millang, Fares Faes, Julie Agnete Vang, Wallstrom Hansen
Fotografía: Jesper Toffner
Música: Fons Merkies
Dinamarca, Suecia, Holanda / 2015 / 111 minutos