10.000 km
Diez mil son los kilómetros que separan a Alex y Sergi. Una en Los Ángeles, otro en Barcelona, tratan de mantener a salvo una relación que se destruye por momentos. Natalia Tena y David Verdaguer hacen un magistral trabajo en 10.000 km [1], la emocionante, bella y demoledora ópera prima de Carlos Marques-Marcet, premiada (hasta ahora) en Austin y Málaga.
El guion de Marques-Marcet y Clara Roquet se mueve con soltura en el naturalismo y sabe cuándo ser de una sutileza aplastante y cuándo hacer que sus personajes verbalicen sus sentimientos. Y por encima de todo, en uno de los grandes aciertos del filme, no hay ceremonias. La cinta se aleja del regodeo melodramático, de ese disfrutar del sufrir que tanto gusta en el cine.
Marques-Marcet y Roquet muestran la cara más dolorosa de una pareja, lo más bajo a lo que puede llegar, pero no juzgan. La paranoia de uno y el distanciamiento de otra se nos presenta casi como un documento, con una sobriedad impregnada de las emociones (inevitables, claro) de la pareja. A esto ayuda la realización de Marques-Marcet, que se vale de las diferentes pantallas con las que convivimos en la actualidad. Un relato construido a golpe de Skype, WhatsApp, Google Street View y correos electrónicos.
A propósito de Llewyn Davis
El nuevo trabajo de los Coen pasó desapercibido pese al genio del que hace gala. Oscar Isaac brilla como el malaventurado cantante folk que trata de ganarse la vida con su música mientras sortea como puede los avatares del destino. De fondo, una impecable selección musical que reúne lo mejor de Dave Van Ronk, Bob Dylan y otros genios del folk.
Con un interesante juego narrativo y una fotografía personalísima, la cinta de los Coen se aleja de las manidas películas de superación personal en el campo de las artes para contar la historia de aquel a quien, sencillamente, le va mal. Y a eso añádanle un exquisito sentido del humor.
Antonio Vega. Tu voz entre otras mil
Al margen de polémicas, Antonio Vega. Tu voz entre otras mil [2], el documental de la periodista Paloma Concejero, es un magnífico producto. Las voces de los que más le conocieron se unen a la del propio Vega para descubrir su verdadero perfil.
Desencuentros aparte, a lo que el espectador asiste a lo largo de más de dos horas es al recorrido vital de uno de las más grandes autores de nuestro país. La persona que ha dejado algunas de las canciones más importantes de la música española contemporánea.
Boyhood (Momentos de una vida)
La película-evento de este año. Sus doce años de rodaje redondean la construcción del relato de la vida de un chico desde los 6 a los 18. Richard Linklater, cineasta de culto tras obras como su trilogía Antes del amanecer/atardecer/anochecer, levanta la sencilla y humana historia de un joven (con sus idas y venidas, amoríos, problemas familiares, etc.) valiéndose de una narrativa emocionante y vibrante.
Además del retrato de la infancia como una época decisiva en la vida, Linklater refleja nuestro tiempo a través de la evolución de los iconos culturales y políticos. Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Lorelei Linklater y Ethan Hawke protagonizan uno de los títulos imprescindibles de este año que acaba.
Dos días, una noche
Marion Cotillard, mejor actriz en los recientes Premios del Cine Europeo, protagoniza este drama de los hermanos Dardenne en el que da vida a una mujer que dispone únicamente de un fin de semana para convencer a sus compañeros de trabajo de que renuncien a su paga extraordinaria para que ella pueda conservar su empleo.
Contada con la sobriedad que caracteriza a los Dardenne, en un registro cercano al documental, Cotillard deslumbra en una cinta de planteamiento y puesta en escena sencillos, pero de complejo subtexto. Una propuesta que desborda dignidad del primer al último minuto.
El lobo de Wall Street
El dólar como dios. Así lo retrata, trepidante, desoladora, El lobo de Wall Street [3], del gran Martin Scorsese. El dinero como objetivo único. Como fin absoluto. Como diana obsesiva. Hacerse rico a toda costa pisoteando lo que haga falta (cualquier atisbo de principios, por ejemplo) y a quien se ponga por delante. Leonardo DiCaprio copa pantalla al protagonizar un papel sin fisuras que asume como el enorme actor en el que se ha ido convirtiendo. Retrato total, sin subterfugios, de esa tentación, el dinero, tras cuyo obsceno aroma el mundo de hoy vive enfangado.
El pasado
La fragilidad de la familia como organización está presente en todo lo que hasta ahora nos ha puesto delante de los ojos Asghar Farhadi, el director iraní que obtuviera en 2011 el Oscar con Nader y Simin, una separación. Tras aquella sorprendente, dura pero contenida propuesta, regresa con El pasado [4], una película intensa que a ratos salta la sutil barrera que separa el drama del melodrama.
La cinta es una más que digna reflexión sobre los delgados hilos que nos mueven y, al tiempo, nos acercan o alejan de los demás. Lo es, digna y en muchas de sus partes potente, gracias a una dirección de actores soberbia y a una puesta en escena milimetrada y llena de sentido.
El viento se levanta
En su undécima y última película [5], Hayao Miyazaki nos presenta a Jirō Horikoshi, ingeniero aeronáutico japonés que diseñó algunos de los aviones de combate que el país nipón utilizó en la Segunda Guerra Mundial. En la cinta acompañamos a Horikoshi desde su infancia hasta la época misma del conflicto, cuando diseñó uno de sus aviones más celebrados, el Mitsubishi A6M, bautizado como «Zero».
Miyazaki saca a relucir ese poderío visual que lleva puliendo desde hace más de cuarenta años para deleitarnos con secuencias exquisitas que nos introducen en la mente de Horikoshi, un paisaje onírico en el que las leyes físicas son burladas en pos de una fantasía bellísima.
Alejado de cualquier alabanza bélica, el realizador japonés opta por contar la lucha incansable por alcanzar un sueño, la pasión, a menudo derivada en obsesión, que empuja a todos aquellos cuyo objetivo en la vida es crear.
Ida
La cámara nos instala a las puertas de un convento en la Polonia de 1960. En un marco nevado y en el lugar en el que ha vivido desde que quedó huérfana siendo muy niña, Anna es una novicia joven y atractiva que está a punto de tomar sus votos como monja. En ese decisivo momento descubre a Wanda, hermana de su madre, una mujer entrañable y recia, en las antípodas de la religión, con la que se embarca en un viaje de descubrimiento de ellas mismas y de su pasado común.Conoce así que ella también es judía y que su verdadero nombre es Ida. Esta revelación hace que Anna, ahora Ida, indague en sus raíces y desentrañe un oscuro secreto de familia que data de la terrible época de la ocupación nazi.
Con Ida [6], su director, Pawel Pawlikowski, hace todo un despliegue de manejo sutil de lo que el cine puede aportar, como belleza secuenciada, a través de una meticulosa puesta en escena y un cuidadísimo manejo de los encuadres. La plasticidad del blanco y negro al servicio de la imagen.
Jauja
Embarcado en la búsqueda de una hija, el protagonista de Jauja, del argentino Lisandro Alonso, se sume en un viaje límite al interior de sí mismo. El resultado es una de las películas más «en carne viva» que las pantallas nos han dado en los últimos doce meses y uno de los finales más impactantes vistos en mucho tiempo.
La película cuenta las andanzas de un capitán danés y de su hija en la Patagonia del siglo XIX. Ambos emprenderán la travesía con la intención de llegar a localizar un desierto que se ubica en el fin del mundo. Un lugar al que muchos han pretendido llegar, pero que muy pocos han alcanzado.
Padre e hija se perderán y en el intento de localizarla el protagonista sufrirá una metamorfosis, física y psíquica, irreversible.
Propuesta imprescindible que confirma el interesantísimo cine que Lisandro Alonso lleva dentro y la talla y la entrega que el actor Viggo Mortensen atesora.
La imagen perdida
Rithy Panh, documentalista y escritor de origen camboyano afincado en Francia, se sirve de figuras de arcilla e imágenes de archivo superpuestas para adaptar al cine su libro autobiográfico La eliminación. El resultado es La imagen perdida [7], una película sin respiro que retrata durísimos episodios de la historia de Camboya en los años setenta. Paradójicas imágenes llenas de arte que captan el vacío consecuente al horror.
La isla mínima
Alberto Rodríguez dirige uno de los títulos españoles más potentes del año, un oscuro thriller que se mueve hasta las marismas sureñas para sacar a la luz las entrañas podridas de una sociedad anclada en el pasado. Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez se ponen al frente de una cinta tan hermosa e hipnótica como incómoda.
Los espectaculares paisajes retratados por el ojo audaz de Alex Catalán, director de fotografía, enmarcan una historia de crímenes en serie que esconde mucho más de lo que enseña, que no regala nada y que golpea con dureza al revelar que aquello que vino a llamarse Transición no sirvió realmente de nada.
La pantalla herida
El documental del guionista y director Luis María Ferrández [8] aporta una mirada incisiva y sin cortapisas sobre el cine que se ha hecho y que se hace en nuestro país. Desde el testimonio directo de los muchos profesionales que intervienen en la cinta se pasa revista al modelo de financiación, producción, distribución y exhibición de una industria que, pese a la crisis, “hace posible que el cine español esté más vivo que nunca”.
La pantalla herida reúne las opiniones de algunas de las figuras más influyentes de la cinematografía española e intercala escenas de conocidas producciones del cine español que refuerzan y en ocasiones aportan tintes de ironía a las frases que los participantes pronuncian.
La sal de la tierra
Premio Especial del Jurado en Cannes y Premio del Público en San Sebastián, esta particular visión sobre la obra de Sebastião Salgado, uno de los fotógrafos más lúcidos y más comprometidos con las causas menos glamurosas del ya de por sí poco dulce panorama actual, es uno de los documentales más brillantes [9] (por llamarle algo, porque es mucho más que un simple documental) y más necesarios de los últimos años.
Viaje por la dignidad y su búsqueda. Wim Wenders, con la ayuda de Juliano Ribeiro Salgado, hijo y colaborador del fotógrafo protagonista, nos cuenta cómo en el objetivo de una cámara puede concentrarse una porción clarividente de la belleza y el horror de este planeta por el que transitamos.
Magical Girl
Una niña de 12 años, enferma terminal, sueña con el vestido de la serie japonesa Magical Girl Yukiko. Su padre, un profesor en paro, hará lo que haga falta para conseguirlo. En su camino se cruzan una joven con desórdenes mentales y un profesor retirado que arrastra un tormentoso pasado. Tres personajes que tejen una red de chantajes que cambiará sus vidas trágicamente. Tres partes como tres enemigos del alma: Mundo, Demonio y Carne. Y el deseo como principal motor, ese deseo que nace de la chispa de la inocencia para detonar la realidad y arrasar con todo lo que encuentra a su paso.
La segunda película de Carlos Vermut [10], protagonizada por unos enormes Luis Bermejo, Bárbara Lennie y José Sacristán, es un hipnótico noir que llega a las entrañas. Chantaje, deseo, peligro y ciertos retazos de cine social componen uno de los títulos españoles imprescindibles de esta temporada cinematográfica.
Concha de Oro a mejor película y Concha de Plata a mejor director en el pasado Festival de San Sebastián, es una de esas cintas que dejan poso, que necesitan de una digestión y que se quedan en la cabeza. Hipnótica, sugerente y algo marciana.
Mr. Turner
La película de Mike Leigh hace un retrato de los últimos 25 años de la vida del pintor Joseph Mallord William Turner. El cineasta muestra un intenso respeto y admiración por el maestro, pero en ningún caso cae en la hagiografía. El biopic ante el que nos encontramos desborda, ante todo y sobre todo, naturalidad. Para lograrlo, Leigh construye secuencias en las que se acerca con sencillez a la figura de Turner, ya sea en lo profesional o en lo íntimo.
La pantalla de cine es un lienzo exquisito en manos de Leigh y Dick Pope, su director de fotografía. Ambos componen con mimo cada plano para acercarse a la mirada de Turner. Ahí están la fascinación por el paisaje y el cuidadoso trabajo para conseguir una luz singular. Leigh y Pope logran convertir cada secuencia en un óleo en movimiento. Apoyada, además, en una preciosa dirección artística, Mr. Turner [11] se revela como una de las películas visualmente más hermosas de este año.
Pelo malo
La venezolana Mariana Rondón abre objetivo y nos instala en la realidad asfixiante de los barrios menos favorecidos de Caracas y en una historia en la que no es lo más importante, aunque pudiera parecerlo en primera instancia, el cabello del título, ese cuyo alisado obsesiona al pequeño protagonista.
Rondón ha logrado un cuasi-documento sobre la desolación que llega y convence. Se sirve para ello de actores que aportan absoluta credibilidad a lo que vemos (especialmente los niños Samuel Lange y Emilia Sulbarán, el protagonista y su pequeña amiga, y Samantha Castillo, la madre) y escenarios demoledores, reales, como el inmenso bloque en el que viven hacinados los menos favorecidos de las megaciudades, entre los que se cuentan los seres que pueblan Pelo malo [12].
Un toque de violencia
Cuatro personajes, cuatro provincias, cuatro historias que conducen a un inevitable extremo. Un toque de violencia [13], cinta premiada en Cannes y firmada por Jia Zhang-Ke, responsable de Naturaleza muerta, ofrece una mirada bestial a una China sumida en un caos violento. Tan hermosa e hipnótica como cruda e incómoda.
Ya sea el minero indignado, el turbio emigrante buscavidas, la recepcionista víctima de su belleza o el joven trabajador precario, todos acaban abocados a la violencia de un modo u otro. La cinta de Zhang-Ke exuda violencia desde el primer minuto. No ya una violencia física (también muy presente en el metraje), sino ambiental. La atmósfera es una auténtica olla a presión en la que una serie de personajes son llevados al extremo para que sea la desesperación la que guíe sus decisiones. De este modo, la violencia se impone como única (y necesaria) válvula de escape.
Violette
Martin Provost rescata la azarosa vida de Violette Leduc [14], escritora y artista, autora del mítico texto de La bastarda, que mediado el pasado siglo se lanzó a escribir, sin subterfugios, sobre el aborto, la sexualidad femenina y el lesbianismo. Aquella y otras obras posteriores de similar talante la convirtieron en víctima de una violenta campaña social.
Provost encuadra de manera más que digna a la escritora que Violette biografía. Huye de los clichés, afila la mirada y nos deja ante dos horas cumplidas de buen cine. No era difícil caer en la complacencia destructiva, habida cuenta de la existencia real del personaje central. Pero logra el director bordear ese riesgo y dejarnos un testimonio duro pero clarividente y, como tal, ilustrativo, del malditismo de su protagonista, verazmente interpretado (crece en cada nueva entrega) por Emmanuelle Devos.
Viva la libertà
La película dirigida por Roberto Andò [15] es un reflejo fiel de su propia novela El trono vacío. En otra sólida interpretación, Toni Servillo se desdobla y deja muestras sobradas del actor que es, dando cara a dos hermanos físicamente iguales y en las antípodas en la forma de ser y comportarse.
El filme propone el cambio en el ejercicio político de quienes lo desempeñan. Que insta a volver a situar a la política en el alma de los ciudadanos. Que grita que sinceridad, espontaneidad y cultura enganchan con lo que la gente quiere.
Winter sleep (Sueño de invierno)
La del turco Nuri Bilge Ceylan es, sin duda, una de las grandes del año. Premiada con la Palma de Oro en Cannes, donde provocó la unánime conmoción del jurado, esta historia de más de tres horas de duración pasa como un suspiro ante los ojos del espectador. Acaso los mejores diálogos que se han visto en pantalla en 2014 ilustran una historia, inspirada en tres cuentos de Chéjov, que habla de la destrucción como límite para iniciar una existencia diferente.
Aydin, un actor jubilado, es propietario de un pequeño hotel en un recóndito lugar de la Capadocia central. Pasa las horas en compañía de su joven esposa, de la que está bastante distanciado, y de su hermana, una mujer triste, resentida, que acaba de divorciarse.
En invierno, con la llegada del frío y a medida que la nieve va cubriendo la estepa, el hotel se convierte en su refugio y, al tiempo, en una especie de cárcel en la que todos se verán obligados a compartir sus miserias. Su refugio será también el escenario de su aflicción.