Sálvese quien pueda
La soledad y el «sálvese quien pueda» conviven con el joven Malony (Rod Paradot, bien elegido tras un larguísimo casting) desde que su madre lo abandonó cuando tenía sólo cinco años en el despacho de la juez de menores que lleva su caso. Desde entonces -la cámara lo sigue a lo largo de una década-, su existencia ha seguido un curso difícil, muy difícil, en el que se suceden internamientos en centros de reclusión, fugas y episodios de violencia que el joven no puede controlar.
Sobre esa, su conflictiva realidad, intentan actuar la juez que lleva su proceso (una Catherine Deneuve capaz de demostrar una vez más que aporta al cine mucho más que simple belleza física) y un educador (Benoît Maginel siempre está correcto) de difícil pasado. Ambos intentan hacerle ver al adolescente que en el horizonte no sólo hay nubes negras.
Casi un documental
Fluctuando entre la esperanza y la desolación, La cabeza alta, que tiene tanto de documental como de ficción, se alía con la realidad de quienes se ven abocados a una adolescencia sin salidas. O casi, porque al tiempo hace un recorrido por las instituciones públicas de apoyo que se marcan como objetivo el rescate de estas «balas» no irremisiblemente perdidas.
Con estos mimbres, Bercot, sin demagogia ni blandenguerías, rinde homenaje a quienes en esos puestos (educadores, jueces, cuidadores, docentes) se marcan como reto recuperar a esos jóvenes y adolescentes para la vida.
Su mensaje es claro: la clave están en la educación. A través de ella, y de la comprensión, y de la paciencia, también de la entrega y la convicción, esas víctimas pueden dejar de serlo.
Dirección y guión: Emmanuelle Bercot
Intérpretes: Rod Paradot, Catherine Deneuve, Benoît Magimel, Sara Forestier, Martin Loizillon, Catherine Salée, Ludovic Berthillot, Diane Rouxel, Anne Suarez, Aurore Broutin
Fotografía: Guillaume Schiffman
Música: Éric Neveux
Francia / 2015 / 120 minutos