El Antiguo Testamento narra cómo Dios permitió a Satanás poner a prueba la fe de Job sometiéndolo a múltiples y tortuosas pruebas. El propósito detrás de aquel acto no por divino era menos egoísta. El poder sobre otros, aunque sea en una pequeña ciudad, puede convertir a un hombre en un dios, un dios castigador que no duda en poner a prueba a los demás en su propio beneficio.
Kolya no le pide mucho a la vida: su taller, su casa junto al mar, su esposa y su hijo. Vadim, alcalde de la ciudad en que vive Kolya, quiere las tierras de éste, y hará lo que haga falta para conseguir sus propósitos.
Lucha estéril
Zvyagintsev construye un duro relato sobre la lucha estéril de un individuo solo contra un sistema alienante. La mirada local de la película apunta a una idea más general, a una Rusia devastada por la corrupción y, aún más, a un mundo en el que no hay esperanza para los humildes.
Su guion, premiado en Cannes y escrito a cuatro manos entre Zvyagintsev y Oleg Negin, tiene ecos del Leviatán de Hobbes a la hora de poner en imágenes ese «Bellum omnium contra omnes» («Guerra de todos contra todos»), ese momento en que la posibilidad de obtener placer interfiere con el bienestar de otros, lo que obliga necesariamente a una confrontación.
Jugando con la ironía de las imágenes, la película puntualiza además que todos respondemos ante alguien, ante un poder superior al que tememos y nos entregamos irremediablemente. Bien sea un marido, un político, un representante eclesiástico o el mismísimo Dios, todos somos peces pequeños que temen ser engullidos por un leviatán monstruoso.
Paisajes gélidos
Para dar forma a su crítica, un golpe que va directo a las entrañas, Zvyagintsev coloca una cámara aséptica que captura con sobriedad los paisajes gélidos que pueblan la cinta, personajes por sí mismos. La frialdad que desprende el conjunto, una frialdad punzante e incómoda, contrasta elegantemente con la potente belleza de las imágenes, subrayada por la labor fotográfica de Mikhail Krichman, premiado en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Al frente del reparto, Aleksey Serebryakov es la imagen misma de la desesperación. Su Kolya es una endeble barca que se debate a duras penas frente a la tempestad que lo asedia. Elena Lyadova, a quien ya vimos en la Elena de Zvyagintsev, parte el alma con un personaje castigado, enigmático y con un oscuro mundo interior que apenas deja entrever. Ambos personajes son víctimas de un juego de poderes que sobrepasa sus fuerzas.
Rusia sigue siendo capaz de lo mejor. Este Leviatán es prueba de ello. Un thriller con una potente carga dramática y viceversa. Una película hija de su tiempo. Una de las reflexiones más duras y lúcidas de la sociedad de nuestros días. Hermosa y bien narrada. Y necesaria, sin duda.
Dirección: Andrey Zvyagintsev
Guion: Oleg Negin y Andrey Zvyagintsev
Intérpretes: Aleksey Serebryakov, Elena Lyadova, Vladimir Vdovichenkov, Roman Madyanov, Anna Ukolova, Aleksey Rozin y Sergey Pokhodaev
Fotografía: Mikhail Krichman
Rusia / 2014 / 140 minutos