Pero hay que atreverse y, de entrada, nos atrevemos a señalar las 10 extranjeras y las 10 españolas que, al margen de número de espectadores, recaudaciones y bombos y platillos, –aunque conste que en no pocas ocasiones calidad y repercusión van de la mano–, merecen destacarse:
Extranjeras
Un profeta [1], la extraordinaria crónica carcelaria del francés Jacques Audiard, muy distinta en planteamiento y tono a la española Celda 211.
– La cinta blanca [2], nueva y desasosegante vuelta de tuerca de Michael Haneke.
– El escritor [3]. Al margen de denuncias, cárceles y extradiciones, Roman Polansky vuelve a mostrar el creador que lleva dentro. Su detención impidió que pudiera recoger el Premio al Mejor Director del Festival de Berlín.
– Bright star [4]. Se le pueden poner algunos peros, pero el balance global de esta mirada firmada por la australiana Jane Campion sobre los amores del poeta del romanticismo John Keats merece una nota alta. La actriz Abbie Comish protagoniza una de las escenas, –breve e intensísima–, más desgarradoras que pudieron verse en pantalla en todo el año.
– Madres e hijas [5]. Rodrigo García no se esconde y vuelve a escarbar donde duele. En esta ocasión, en la familia.
El silencio de Lorna [6]. Historia de mujer atrapada en el dilema honestidad/ambición. De paso, Luc y Jean-Pierre Dardenne dibujan un inteligente análisis de una Europa, la que hoy vivimos, varada en distintas velocidades que obligan a los menos afortunados a ignorar, –en pos de un paraíso inexistente– algunos de los principios que les inculcaron de niños en sus lugares de procedencia. Tensa e intensa, estamos ante una película de cuerpo entero, con algunos de los personajes más interesantes –por elocuentes e incontestables– del reciente cine europeo.
– Chloe [7]. Sé que esta elección suscitará polémica pero permítanme esta debilidad. Acaso no sea su mejor trabajo, pero el talento de Egoyan vuelve a aflorar en este remake. Personajes atrapados entre el amor, el sexo, el azar, el destino… vapuleados por relaciones y encuentros sin salida. Gentes que se dejan jirones en eso de vivir.
– La red social [8]. Entre muchos aciertos y algunos tópicos, David Fincher nos cuenta como nació Facebook. Exitazo en taquilla.
– El discurso del rey [9]. Firmemente apoyada en las interpretaciones de Colin Firth y Geoffrey Rush, la película de Tom Hooper expone las miserias de un rey, el británico Jorge VI, provocadas por su tartamudez. En ese ejercicio de humanización se esconde el valor de una cinta sin fisuras.
Uncle Boonmee [10] recuerda sus vidas pasadas. Complejísima apuesta dirigida por el tailandés Apichatpong Weerasethakul que obtuvo la Palma de Oro en Cannes. Qué fácil era pegársela ante este tema de transmigraciones de hombres y animales. Pero no. El resultado es uno de los grandes aciertos cinematográficos del año. Gran Bretaña, Tailandia, Francia, Alemania y España tuvieron que ver a la hora de hacerlo posible.
Y también: Poesía, Copia certificada, Vincere, Yo soy el amor, Shutter Island, Nada personal, Lourdes, Villa Amalia, Two Lovers, En tierra hostil, Neds, Entre nosotros, An Education, Carancho…
Españolas
– Pan negro [11]. La Guerra Civil en el horizonte y en la pantalla una de las grandes sorpresas del año. Agustí Villaronga podía haber hecho una película más sobre la contienda y los sórdidos años que le siguieron, pero prefiere hablarnos de individuos, de traiciones, de quienes se vieron abocados, día a día, a comer un amargo y negro pan.
– Buried [12]. Se ha repetido hasta la saciedad lo de la claustrofobia, asfixia, etc. que este encierro de Rodrigo Cortés provoca en el espectador. La verdad es que quien no salga de la sala descompuesto debería hacérselo mirar, no vaya a ser que digan que está “fané” (muerto, ¡vaya!).
Amador [13]. En general no fue bien acogida la última entrega de Fernando Leon de Aranoa que, con el trasfondo de la inmigración, traza, en la figura de una cuidadora de un enfermo terminal, el retrato de tantas personas desesperadamente abocadas a tomar decisiones en el límite. Acaso levantó excesivas expectativas, pero de eso a hablar de una película fallida media un abismo similar al que se abre a los pies de la protagonista.
– 18 comidas [14]. Fue calando gracias al boca a boca esta película de historias cruzadas en torno a una mesa. Jorge Coira levanta otra de las sorpresas del 2010.
– Bon appétit [15]. Más platos sobre el mantel. David Pinillos, hasta ahora conocido como montador, nos mete en el mundo de la alta cocina para contarnos, y muy bien, una historia de amor traspasada de tristeza. Vía melancolía y contención, esta primera película nos coloca a la espera expectante de nuevas propuestas.
– Bicicleta cuchara manzana [16]. De la mano del político Pasqual Maragall, la enfermedad de Alzheimer protagoniza este documental lleno de sinceridad que firma Carles Bosch.
– Elisa K [17]. Pasó desapercibida. Una pena porque en poco más de una hora Jordi Cadena y Judith Colell muestran con mimo y talento como se puede hacer, aquí y entre nosotros, un verdadero cine de autor.
– Entrelobos [18]. El cine ya retrató a otros niños criados a la intemperie y en compañía de animales salvajes (El enigma de Gaspar Hauser o El pequeño salvaje, por ejemplo). No desmerece este Entrelobos de Gerardo Olivares que nos cuenta la historia, mucho más próxima, de Marcos, un niño cordobés criado entre los parientes libres de los perros.
– Todo lo que tú quieras. Desde que arrancase con El Bola, Achero Mañas ha demostrado que no le vuelve la espalda a los temas más arriesgados y controvertidos. Vuelve a la carga en esta historia de equívocos y frustraciones.
Balada triste de trompeta [19]. A ratos excesiva, como manda la marca de la casa de Alex de la Iglesia. Se ha hablado de esos trepidantes minutos iniciales. Ese ritmo era imposible de mantener a lo largo de dos horas y de ello se resiente una película que pese a todo merece contarse entre las destacadas.
Y también: Todas las canciones hablan de mí, Aita, María y yo, La Mosquitera, Nacidas para sufrir, Los ojos de Julia, Flamenco, flamenco, La mujer sin piano, El dios de madera, La isla interior…
Los dineros
No ha sido 2010 un buen año de números para el cine español. La gente no acude (como sería de desear) a las taquillas y el descenso en el total de espectadores en relación con el año anterior ronda el 10 por ciento. Se han vendido algo menos de 90 millones de entradas. Consecuentemente, la recaudación total también ha ido a la baja, aunque de forma menos acusada gracias al empujón del 3D. Los datos hablan de 586 millones de euros recaudados, lo que supone 9 millones menos que en 2009.
Pero esa, por suerte, no es la tónica a nivel mundial o, al menos, no lo es de forma tan acusada pues en Estados Unidos, en donde 2009 fue año récord en recaudación y número de espectadores, el descenso de éstos no llegó al 2 por ciento y la recaudación, con cerca de 9.500 millones de euros, superó en algo más del 3 por ciento la excelente cifra obtenida en el año anterior. Alemania y Francia tampoco han experimentado bajones.
La películas españolas más taquilleras han sido Los Ojos de Julia, con 7 millones recaudados, y Que se mueran los feos, a distancia pero también con buenos números, les siguen Tensión sexual no resuelta, 3 metros sobre el cielo, Entrelobos, Buried y Biutiful.
Origen, el thriller dirigido por Christopher Nolan y protagonizado por Leonardo di Caprio, con 600 millones de euros recaudados en el mundo, se llevó el gato al agua en eso de los dineros.
Y si de economía hablamos no puede omitirse la triste bancarrota de la otrora poderosísima Metro Godwyn Mayer. El famoso león se ha venido abajo de una forma alarmante y, tras la suspensión de pagos, otros estudios parecen dispuestos a negociar para que aquellos míticos rugidos no se apaguen definitivamente. Confiemos.
Hasta siempre
Año de adioses. Éric Rohmer, Blake Edwards, Claude Chabrol, Mario Monicelli, Arthur Penn, Alain Corneau y José María Nunes fueron algunos de los directores que nos dejaron. El mundo lloró también la marcha de Tony Curtis, Leslie Nielsen y Dennis Hopper, y actrices tan representativas de distintas épocas como Jill Clayburgh, Patricia Neal, Jean Simmons, Jennifer Jones o Lena Horne.
En España se apagó el ojo burlón y clarividente de Luis García Berlanga, la voz rasgada y el hacer entrañable de Manuel Aleixandre, el surrealismo de Antonio Ozores, la innovación del director Iván Zulueta y el oficio consolidado de Antonio Gamero.
También se despidió el productor Dino de Laurentis e insignes aficionados al cine como los escritores José Saramago y Miguel Delibes, de los que las pantallas han visto versiones de sus obras.
Perplejidad y desvergüenza
¿Y lo peor? Lo peor cayó (como un bombazo). Hubo que leer la noticia varias veces (para comprobar que no era un mal sueño) y asumir hasta donde puede llegar la desvergüenza de algunos. Vino después la perplejidad, la indignación y un profundo sentimiento de indefensión y vergüenza ajena. Se confirmó aquello que, también desde este blog, se había denunciado: el acoso y derribo del cineasta iraní Jafar Pahani, Premio del Festival de Cannes en 1995 con El globo blanco; León de Oro del Festival de Venecia en el año 2000 con El círculo y en 2006 Gran Premio del Jurado en Berlín con Offside.
Concluyó el año con la sentencia [20] para Panahi que pasará los próximos seis años en la cárcel. Así lo ha decidido un tribunal iraní que además le prohíbe abandonar el país y hacer cine durante los próximos 20 años. El director fue arrestado en marzo de 2010 tras mostrar públicamente su apoyo a Musavi durante las elecciones que dieron la victoria al actual presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. Ante escándalos así, nos queda el pequeño consuelo de difundirlos, hacerlos públicos, reivindicar la libertad de expresión también en el mundo de la creación y gritar muy alto: ¡Viva el cine!