Muy resumido, podemos afirmar que ambos venían de familias con marchamo de calidad intelectual, siendo Luis hijo de escritor y sobrino de Azorín, y Lola, hermana del filósofo José Gaos; que debutaron a mediados del siglo pasado y que en el grueso de sus filmografías figuran como actores de reparto; que sus pocos papeles protagonistas explotan el potencial que cada uno llevaba dentro de manera natural, el surrealismo en el caso de Luis (El milagro de P. Tinto), el tremendismo en el de Lola (Furtivos); que sus carreras estuvieron marcadas por un físico y una voz muy particulares, profundamente ronca la de Lola, profundamente pasota la de Luis; y que se murieron con muchos menos premios de los merecidos, un poco en el olvido ella, casi trabajando hasta el último día él.
Con carreras más o menos simétricas que se tocaron pocas veces (por no decir que solo una, Molokai, de Luis Lucia, pero habría que mirarlo bien) pese a ser ambos del gusto de Berlanga: Lola en El verdugo, Luis en Plácido. Ciges, en realidad, fue fetiche del cineasta valenciano a lo largo de casi toda su obra; tanto como lo fue Gaos para los dos clásicos que rodó Buñuel en la España franquista. Primero en Viridiana, donde encarna a Enedina, la que saca el retrato, levantándose las faldas, a los mendigos que simulan la última cena de Leonardo da Vinci. Después en Tristana, como la criada Saturna.
Probablemente Buñuel sea uno de los pocos nombres mayores del cine español que no contó con los servicios de Ciges. Él hizo más películas que ella (seguramente perjudicada por su activismo político) y ella más teatro que él (que apenas lo intentó). Lola daba miedo pero fue Luis el que trabajó en un clásico del terror como ¿Quién puede matar a un niño? Luis daba risa pero fue Lola la que se coló en un clásico de la comedia como Atraco a las tres. Los dos gustaban a los cineastas más raros, libres y marcianos. Por poner solo un par de ejemplos. Con Jesús Franco ella hizo Residencia para espías y él Marquis de sade. Con Paul Naschy ella hizo Latidos de pánico y él Los cántabros.
Ellos dos, Lola y Luis, también fueron raros, libres y marcianos. Lo más curioso es que siendo tan especiales fueran tan nuestros, tan del pueblo. En el prólogo a una reedición de las memorias de Pepe Isbert, el actor Javier Cámara escribía del gran Isbert que tuvo el talento para engrandecer las mejores películas del cine español y la virtud de destacar siempre sin eclipsar el trabajo de los actores que le rodeaban. Tal cual podemos decirlo para Lola y Luis, Luis y Lola, toda una historia del cine español.