Más que parásitos

La entrega de Bong Joon Ho (Memories of murder, Mother, Snowpiercer) se ha convertido en un fenómeno de crítica y público allí donde se ha estrenado.

Los cuatro miembros de la familia de Ki-taek no tienen trabajo. Sobreviven como pueden desplegando ingenio y picaresca. Inesperadamente, la vida les acerca a la muy acomodada familia Park cuando el joven hijo de los menos pudientes logra que le recomienden para dar clases particulares de inglés en casa de los Park. Hábil y tramposo será el primer eslabón de un engranaje a través del que, con distintos cometidos, los cuatro logran introducirse en la riquísima casa sin que los dueños sepan que son familia. Es el comienzo de una incontrolable sucesión de despropósitos de la que nadie saldrá indemne.

Tras haber trabajado durante la última década en las expansivas producciones internacionales de Snowpiercer y Okja, Bong regresa a su país de origen con una película más enfocada en su entorno, pero aún más ambiciosa en su ejecución. Con una puesta en escena muy bien calibrada y una dirección de actores que mima hasta el mínimo detalle, la mezcla de humor negro, crítica social, sátira y suspense que se presenta es característica del realizador. Sin embargo es difícil encontrar otra película de su filmografía o de la de cualquier otro director que se parezca a este peculiar trabajo.

Desolador

Lo que Parásitos apunta sobre la sociedad contemporánea es particularmente desolador. En una época en que la polarización económica y la desigualdad no muestran signos de disminuir, y grandes sectores de la población mundial se sienten cada vez más desesperados, existe la tentación de culpar a otros y promover soluciones fáciles y unilaterales.

En este sentido, Parásitos, afilada como un estilete, constituye una alegoría compleja y honesta sobre los desafíos a los que todos nos enfrentamos en un mundo donde la convivencia es un ideal cada vez más difícil de alcanzar.

A la postre, el espectador abandona la sala con la sensación de que los parásitos que la película retrata son, también y como mínimo, desgraciadas víctimas.