Teresa (María Vázquez), una mujer que ya hace algún tiempo dejó la juventud, cambia el plan organizado con su pareja para pasar juntos las vacaciones en Estados Unidos. El cambio obedece a una caída de Ani (Adriana Ozores), su madre, una mujer seca y decidida a la que el accidente sufrido le obliga a moverse durante un tiempo en una silla de ruedas.
Madre e hija se verán obligadas a pasar juntas un verano, en todos los sentidos, sofocante. Allí, en el pueblo y en la casa de su infancia, Teresa no conseguirá ponerse de acuerdo con su madre ni en las cuestiones más triviales. Sin embargo, la forzada convivencia removerá emociones y sentimientos. Entre encontronazos y momentos reveladores una y otra repasarán sus miedos y silencios, los logros y fracasos que les han llevado al punto en el que sus vidas se han reencontrado.
Dos mujeres que han elegido caminos aparentemente opuestos y que ahora se redescubren abocadas a compartir sus íntimas experiencias sobre el amor y la soledad.
Para Celia Rico, directora y guionista de esta apuesta aparentemente sencilla pero poderosa en su núcleo: “Los pequeños amores no es una película sobre la maternidad, tal vez lo sea sobre su reverso, la ‘hijidad’, si existiera esa palabra. Siempre me ha resultado curioso que no haya en nuestro vocabulario forma alguna de nombrar la condición de ser hijo, esa que, probablemente, sea la única que compartimos todos por imperativo y para siempre. Ser ‘siempre hija’ es el telón de fondo de esta historia, en la que he intentado navegar por la biografía emocional de una mujer en sus cuarenta y preguntarme sobre los modos posibles de sostener la vida y el amor a determinadas edades, cuando los padres se hacen mayores o ya no están, cuando los proyectos amorosos se desvanecen o no tienen como fin formar una familia».
Propuesta poderosa
«A algunas hijas sin hijos nos asusta la idea de envejecer solas, sin nadie que nos asista si nos lesionamos una pierna o la casa arde en llamas. Tener hijos tampoco es garantía de nada; no se les trae al mundo para conseguir el salvoconducto del amor y cuidados incondicionales. Sin embargo, ahí están. Y el retintín de una antigua cantinela sigue sonando como un eco procedente del viejo mundo: si no tienes descendencia, ¿quién va a cuidar de ti cuando seas mayor? No sé si hacer una película es la mejor forma de curar el espanto a esta pregunta, pero al menos es un respiro poderlo compartir y, tal vez, una forma de afrontar con más ternura la incertidumbre de lo que está por venir».
Licenciada en Comunicación Audiovisual y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Celia Rico inició su carrera con el cortometraje Luisa no está en casa, única representación española en La Biennale de Venecia en 2012 y ganador del Premio Gaudí a mejor cortometraje en 2013.
Viaje al cuarto de una madre, su ópera prima en el largo, se estrenó en 2018 en el Festival de San Sebastián donde logró la Mención Especial del Jurado, el Premio de la Juventud y el Premio Fedeora de la crítica. Además obtuvo cuatro premios Gaudí, un Feroz, cuatro premios Asecan, el Sant Jordi (RNE) y la nominación a mejor ópera prima iberoamericana en los Premios Platino.
En el terreno de la animación ha coescrito la serie infantil Mironins, estrenada también en formato largometraje, que logró la nominación a mejor película de animación en los Goya y se llevó el premio Gaudí en la misma categoría en 2021. También para público infantil ha publicado el libro Celia se aburre (Premio Boolino 2017).
Los pequeños amores
Dirección y guion: Celia Rico Clavellino
Intérpretes: María Vázquez, Adriana Ozores y Aimar Vega
Fotografía: Santiago Racaj
España / 2024 / 95 minutos
Distribución: BTeam Pictures