Mentes realmente maravillosas

Louis (Bernard Campan) es el propietario de una funeraria. Soltero empedernido, vive dedicado a su trabajo. Por una casualidad de la vida se cruzará con Igor (Alexandre Jollien), un espíritu agudo en un cuerpo discapacitado a causa de una parálisis cerebral. Igor reparte verduras ecológicas mientras pasa su tiempo libre leyendo a Sócrates, Nietzsche y Spinoza.

La casualidad los une y juntos emprenderán, entre el disgusto inicial de Louis y la cabezonería de Igor, un largo viaje en un coche fúnebre para transportar el cuerpo de la difunta Madeleine al lugar donde debe ser enterrada. En este recorrido salpicado de encuentros, Louis e Igor irán conquistando la libertad sobre la mirada de los demás y aprendiendo a amar la vida tal y como llega, lanzándose a tumba abierta para dejar atrás, cada uno a su manera, las barreras mentales que los encorsetan.

Las de Louis tienen que ver con la soledad que se ha autoimpuesto, lo constriñe e imposibilita abrirse a los demás; las de Igor son consecuencia de sus limitaciones físicas. Pero ambos saldrán renovados de ese viaje que les hace ver que, realmente, anidan en ellos mentes maravillosas.

Como ambos han contado en su presentación, la película nació a raíz de que Campan (Agen, Francia, 1958) quedase impactado por la forma en que Jollien presentaba en televisión uno de sus libros. Eso sucedió hace dos décadas, veinte años a lo largo de los que han cultivado una amistad que fragua ahora en esta magnífica Mentes maravillosas.

Aquejado de parálisis cerebral, Alexandre Jollien (Savièse, Suiza, 1975) se dio a conocer como escritor en 1999 con Elogio de la debilidad, un tratado sobre la superación a través de la filosofía griega que en sólo unos meses se convirtió en superventas. Desde entonces ha publicado, entre otras obras, Pequeño tratado del abandono, El filósofo desnudo, El oficio de ser hombre y La sabiduría pícara.

Filósofo que rompe esquemas, reconoce que la disciplina objeto de su labor le ha servido para no sentirse diferente: “Siempre se dice que la filosofía es muy difícil de entender, pero esa es una idea falsa. Por el contrario creo que constituye una forma de existir y relativizar las cosas para entenderlas, poder avanzar y ser más libres como seres humanos. También creo que el cine es una forma muy útil y bonita para transmitir esos valores”.

Desde esa idea se concibió Mentes maravillosas, que no es la primera colaboración entre el filósofo y el cineasta, que se sirvió de las conversaciones entre ambos para la realización en 2007 del largometraje La cara oculta.