Carlo Pedersoli se vio obligado a emigrar con su familia a Sudamérica en 1947, abandonando sus estudios de química en la Universidad La Sapienza de Roma. En Buenos Aires y Montevideo ejerció como bibliotecario antes de regresar a Italia e ingresar en el equipo nacional de natación y participar en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y Melbourne 1956. Tras eso, volvió a Sudamérica y trabajó en la construcción del tramo Venezuela-Colombia de la carretera Panamericana.
Como nadador, Pedersoli fue el primero en rebajar el muro del minuto en los 100 metros libres, proclamándose campeón de Italia hasta en siete ocasiones consecutivas. En Helsinki y Melbourne, además de competir en solitario, formó parte del Settebello italiano de waterpolo. Además, representó a Italia en los Juegos Mediterráneos de 1951, donde consiguió dos medallas de plata, y en los Juegos Mediterráneos de 1955, ganando la medalla de oro con el equipo italiano de waterpolo.
Su llegada al cine tuvo lugar en 1950 con un pequeño papel de nadador en Quel fantasma di mio marito. Al igual que sucedería un año más tarde como guardia imperial en Quo Vadis, su nombre no aparecería en los créditos. Tras encadenar pequeños papeles en los que aún mantenía su nombre de nacimiento, su gran oportunidad llegó en 1967 con Dios perdona… ¡Yo no!, en la que compartió por primera vez pantalla junto a Terence Hill, también curtido nadador con el nombre real de Mario Girotti.
Nueva identidad
Para su primera aparición junto a Hill cambió su nombre a Bud Spencer, una mezcla de su amor por la cerveza Budweiser y su admiración por el actor Spencer Tracy. De aquella rodaría dos secuelas, Los cuatro truhanes y La colina de las botas, especializándose en un tipo de spaghetti western que ponía la comedia por encima de la violencia. Los rodajes de todos ellos le llevaron al desierto de Tabernas, en Almería.
Su gran éxito le llegaría en 1971, también junto a Hill, con Le llamaban Trinidad, otro spaghetti western del que rodaría una secuela al año siguiente, Le seguían llamando Trinidad. A partir de ahí seguirían títulos como El corsario negro, ¡Más fuerte, muchachos!, …y si no, nos enfadamos, Dos súper policías, Pegafuerte y Y en Nochebuena… ¡Se armó el belén!.
Además de sus numerosas aventuras junto a Terence Hill, Spencer también ofreció otros registros dando vida al genio de Aladino y participando en las producciones españolas Al límite e Hijos del viento. La última vez que pudimos verlo fue en la pequeña pantalla, protagonizando la serie policiaca de comedia I delitti del cuoco. Su nombre sonaba para la secuela de Keoma que está preparando Enzo G. Castellari.
En 2010, recibió junto a Terence Hill un premio David Di Donatello honorífico en reconocimiento a su trabajo en la industria cinematográfica, en la que Spencer también se desarrolló como guionista, productor, cantante y compositor. Quien nunca se consideró a sí mismo un actor, más bien un trabajador, se despidió del mundo dando las gracias a su familia.