Tras haber estudiado junto a otras grandes figuras del cine francés como Annie Girardot, Jean-Paul Belmondo, Claude Rich y Philippe Noiret, en 1972 consiguió su primer papel protagonista en Amor en rebeldía, de Serge Korber, a la que seguirían El gran rubio con un zapato negro, El relojero de Saint-Paul y Que empiece la fiesta, de Bertrand Tavernier, por la que ganaría su primer César en 1976, a mejor actor secundario. Dos años más tarde ganaría el de mejor actor protagonista por Le Crabe-tambour, de Pierre Schoendoerffer. En 1999 le llegaría el tercero, esta vez honorífico, en reconocimiento a su carrera.
En 1990 protagonizó el que quizá sea su papel más recordado, el protagonista de El marido de la peluquera, de Patrice Leconte, con quien volvería a trabajar en La maté porque era mía, Nadie está a salvo, Cómicos en apuros y El hombre del tren.
Requerido por Terry Gilliam para ser el Don Quijote de su The man who killed Don Quixote, finalmente la producción fue cancelada debido, entre otras cosas, a una doble hernia discal en la columna del intérprete francés. El resultado se tradujo en un documental llamado Perdidos en La Mancha.
En 2012 se puso a las órdenes de Fernando Trueba protagonizando El artista y la modelo, tras la cual anunció su retirada del cine. Sin embargo, su último trabajo llegaría en 2015 con Floride, cinta de Sandrine Kiberlain en la que daba vida a un hombre con problemas de memoria.