Anomalisa
Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo. Cada día que pasa pesa como una losa. Una sucesión de acontecimientos tediosos y anodinos protagonizados por individuos idénticos unos a otros, ninguno de ellos especialmente excitante. Para quien se gana la vida motivando a las personas, una situación tan deprimente cobra además un matiz irónico. ¿Pero y si aparece alguien que rompe el calendario gris y abre una puerta a la esperanza? Metan todo eso en una tremendamente creativa película de animación en stop motion cargada de humor negro, profundidad y el brillante punto de vista de Charlie Kaufman y tendrán una de las propuestas más desesperanzadoras, hermosas e interesantes de este año.
Corazón gigante
Dirigida por el islandés Dagur Kári, es aparentemente, sólo aparentemente, un filme menor. Pero el espectador tarda apenas unos fotogramas en asumir que estamos ante una de esas propuestas que instalan la emoción en las salas. En su papel, los casi 200 kilos peso y dos metros de altura de Gunnar Jónsson perfilan un personaje difícil de olvidar. Tardaremos en ver tanta ternura, que no sensiblería, al servicio del cine. Pura magia.
Demolición
El duelo consecuente a la pérdida de alguien querido puede tener caras muy distintas. Cada cual lo asume y lo vive como puede. De ese trance va esta atípica historia de ausencias y superación dirigida por Jean-Marc Vallée en la que Jake Gyllenhaal construye un personaje de una rara intensidad. Posiblemente su mejor interpretación desde la ya legendaria Brokeback Mountain.
Historia de una pasión
No mucho se sabe de la realidad de Emily Dickinson (1830-1886), más allá de su compleja personalidad y de que por propia voluntad vivió recluida buena parte de sus 56 años de vida en la residencia de sus padres en Amherst, Massachusetts. Con esta película, el director Terence Davies se adentra en algunos de los enigmas de la existencia de la escritora, autora de una obra poética intensa, deslumbrante, que ha marcado la sensibilidad de muchos millones de personas.
La correspondencia
Tornatore es Tornatore. Esta no es su mejor película, pero guarda aroma de cine de altura. Y eso que cabría esperar más de ciertos tramos de este drama romántico protagonizado por Jeremy Irons y Olga Kurylenko sobre el que planea el amor -nunca en Tornatore un amor convencional- y la muerte. Pero el conjunto guarda resortes suficientemente atractivos como para congratularnos del reencuentro con el director italiano.
La espera
Pocas situaciones tan dolorosas como la pérdida de un hijo. El debut en el largometraje del italiano Piero Messina mete a fondo la cámara en ese desespero para instalarnos en el abrumador silencio de quien espera lo que sabe que nunca va a llegar. Juliette Binoche conmociona la sala a través de otra de sus portentosas actuaciones. La joven Lou de Laâge contribuye a levantar una desasosegante película que, pese a lo resbaladizo del tema, nunca se desliza hacia lo fácil.
Las amigas de Àgata
¿Se puede capturar el momento en que una amistad se rompe? Cuando uno se sienta ante este título descubre bajo su aparente sencillez una película fresca, divertida y dolorosamente catártica que retrata el aquí y ahora de una generación, sus pulsiones, miedos y deseos, para, al final, acabar retratándonos a todos en ese trago amargo que es peaje obligado: descubrirse un extraño en nuestro entorno afectivo. La ópera prima a cuatro voces de Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rius y Marta Verheyen echa mano de naturalidad para revelarse como un trabajo que desborda sinceridad y madurez.
Las inocentes
La película dirigida por Anne Fontaine, que obtuvo el Premio Fipresci en el último Festival de Valladolid, recoge otra de esas terribles historias de las que la vida real se alimenta. Hechos que duermen en el gran cajón de los secretos hasta que alguien restaña esa injusticia. Es el caso del infierno vivido en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial por las monjas de un monasterio próximo a Varsovia y de la heroicidad de una joven médico francesa que logró variar el destino de aquellas víctimas.
Madrid, above the moon
Madrid puede ser un páramo encantador y aburridísimo al mismo tiempo. Ernesto, un joven que no parece tener un rumbo muy claro en la vida, se dedica a recorrer la ciudad haciendo fotos con una cámara que no es suya, haciéndose pasar por turista para seducir a extranjeras y, con suerte, acabar en una casa que tampoco es suya, aunque finja que sí. Así camina esta película de Miguel Santesmases, que se presenta como una «comedia romántica autoconsciente» que, de paso, dinamita el género a través de una postal turística con una narrativa muy interesante.
Mañana
La humanidad no es inmortal. Si nos descuidamos, mañana puede ser dramáticamente tarde. Ese es el mensaje del inquietante y necesario documental que obtuvo el Premio César 2015. El actor y activista Cyril Dion y la actriz Mélanie Laurent, sus autores, se inspiraron para su realización en los datos de un amplio estudio científico que vaticina un planeta inhabitable y la desaparición de parte de la humanidad para el año 2100.
Más allá de las montañas
Cuando perdemos nuestros vínculos hasta las montañas pueden marcharse. Jia Zhang-ke volvió este año a nuestras carteleras con un título premiado por el público en el Festival de San Sebastián, una película en la que sigue la vida de una mujer y su entorno durante un cuarto de siglo, centrándose en tres épocas diferentes: la China de 1999 y 2014 y la Australia de 2025. El resultado es una potente cinta que reflexiona sobre el recuerdo, los vínculos afectivos y las decisiones que sólo el paso del tiempo ayuda a poner en su lugar.
Mustang
El debut cinematográfico de la directora turca afincada en Francia Deniz Gamze Ergüven despierta dos sentimientos encontrados: el que se desprende de la candidez de lo entrañable y el del hierro de la denuncia y la reivindicación. Utilizando el humor como bálsamo -lo contiene, y mucho-, hurga en las entretelas del fanatismo para lamentar toda su carga de injusticia y sinrazón. El resultado es una película llena de emoción cuyo grito no puede pasar desapercibido: ¡no podemos seguir así!
Nuestra hermana pequeña
La última entrega del japonés Kore-eda Hirokazu, que ya dejó muestras de mano maestra en Nadie sabe y en Still walking y que este año estrenó también en nuestros cines Después de la tormenta, transpira un a modo de apología de lo oriental: la transparencia de los rostros, la sutilidad de las palabras y sus ecos, el silente palpitar de los sentimientos y el blanco inmaculado de la flor de los cerezos estallando en las ramas. Todo lo maneja Kore-eda para dejarnos ante un cautivador melodrama que mereció, con justicia absoluta, el Premio del Público en el último Festival de San Sebastián.
O los tres o ninguno
Late vida, pura vida. Ni puede ni debe pasar desapercibida esta emotiva cinta dirigida, escrita y protagonizada por el iraní Kheiron en la que cuenta la odisea de sus propios padres, que partiendo de un pequeña población del sur de Irán acabaron por instalarse en París. En un tono que busca con premeditación el alivio del humor, se abordan temas de una insoslayable dureza y eso, la combinación de drama y humor, equilibra más si cabe un magnífico producto cinematográfico. Una espléndida porción de vida.
Remember
Regresa Atom Egoyan y, como en cada una de sus entregas cinematográficas e independientemente de que tengan mayor o menor substancia, hay algo que las hace diferentes. En esta ocasión la protagonista es la memoria: la memoria como misterio; la memoria como herramienta para la venganza; la memoria, al tiempo, como túnel hacia la confusión y como ventana abierta a la clarividencia.
Yo, Daniel Blake
Una muestra más de la admirable perseverancia de Ken Loach a la hora de denunciar la situación de los menos favorecidos. El sólido y desgarrado retrato de un carpintero que al borde de los 60 sufre un infarto y tiene que acudir a las ayudas sociales fue más que justo ganador de la Palma de Oro en Cannes y del Premio del Público en San Sebastián. Una vez más: magnífico Loach. Con su honestidad habitual, Loach no se corta y por la pantalla desfilan toda esa ristra de medidas que, en teoría, se han creado para facilitar la vida de las personas pero que, en la pura y dura realidad, esconden la perversión de un sistema para el que el individuo no cuenta.