Poco a poco, sin prisas (tenemos casi tres horas por delante), se nos va presentando a los personajes, las fichas de un juego de sospechas al estilo del Cluedo cuyo ganador es imposible adivinar. Ocho son los sospechosos que juegan su parte en la trama, ocho indeseables que quizá no salgan con vida de esa parada para diligencias a la que han ido a parar.
Tarantino recupera ese clima de tensión que un puñado de sospechosos con secretos encerrados en un espacio limitado garantiza, fórmula que le funcionó con creces en su debut, Reservoir Dogs, aunque en esta ocasión lo condimenta con una ambientación situada algunos años después de Django desencadenado, revisitando el western una vez más y, como en la antes citada, actualizándolo y matizándolo con su inconfundible estilo.
De nuevo, los personajes de Tarantino se relacionan a través de largos parlamentos que combinan banalidades, grandes sentencias y groserías. Y humor, por supuesto, un negrísimo e impecable sentido del humor que encantará a aquellos espectadores alejados del puritanismo. Aunque extrema en algunos momentos, Tarantino conduce con pulso firme Los odiosos ocho, manteniendo en todo momento la coherencia y sin caer en los delirios puntuales de Malditos bastardos.
Western en toda regla
No es que Los odiosos ocho sea un homenaje al western; es un western. El género fue evolucionando con el discurrir de las décadas, dejando de lado la mera lucha entre indios y vaqueros para ahondar en la psicología de los personajes. La de Tarantino, además de echar mano de psicología, se convierte en una batalla sin cuartel en la que prescinde de la dicotomía entre buenos y malos: aquí, los ocho protagonistas son despreciables.
Hay sangre, tiros y sospecha en unos gloriosos 70 mm en Ultra Panavision, a la manera de las producciones épicas del cine clásico. Y como guinda, un Ennio Morricone que parece pasarlo en grande subrayando el espíritu de western con una divertida y gloriosa banda sonora a medio camino entre el Salvaje Oeste y una aventura gráfica de los noventa.
Sus ocho protagonistas (además de algún que otro invitado) están espléndidos, divertidísimos, desde una chabacana Jennifer Jason Leigh a un Tim Roth de peculiares maneras, aunque la auténtica joya de la corona es por derecho propio Samuel L. Jackson, con un carisma arrollador que nace en el guion de Tarantino y es bendecido por el actor.
Quienes vayan a ver Los odiosos ocho no necesitan ningún tipo de recomendación; saben de sobra qué van a encontrar con Tarantino como artífice. Baste decir que sus casi tres horas se devoran con entusiasmo gracias a las risas, la tensión y las ganas de conocer el desenlace de sus ocho protagonistas. Y, lo crean o no, entre tanta mala leche hay un breve espacio para la ternura. No todo va a ser odiar.
Dirección y guion: Quentin Tarantino
Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Walton Goggins, Demián Bichir, Tim Roth, Michael Madsen, Bruce Dern, James Parks y Channing Tatum
Música: Ennio Morricone
Fotografía: Robert Richardson
Estados Unidos / 2015 / 167 minutos