Aquel agosto, Olli Mäki, panadero hasta entonces de profesión y boxeador con excelentes registros en el mundo amateur, dio el salto al combatir por el cetro mundial. Su preparación deportiva coincidió con el descubrimiento de Raija, la mujer de la que se enamoró «para siempre» y con la que hoy, 55 años más tarde, sigue unido.
Mäki era el primer finlandés que llegaba tan alto en el mundo del boxeo y el país entero hizo piña con su causa, convirtiendo el título en una especie de cuestión de estado. Pero el boxeador no acaba de concentrarse como la ocasión requiere. Está enamorado, manifiesta que siente mariposas en el estómago y dedica buena parte del día de la contienda en buscar y adquirir el anillo de compromiso que le ligará a Raija.
En el otro lado del cuadrilátero, Davey Moore, su contrincante, es un toro que ante un estadio abarrotado tumba al finlandés en asalto y medio. La decepción es enorme y Mäki es acusado de no haberse tomado el tema con la concentración necesaria. Pero él se siente dichoso porque, y este es el principal mensaje de este biopic elegantemente filmado en blanco y negro, la felicidad puede ganarse también en la derrota.
El ring como percha
Paradójicamente, la propuesta de Kuosmanen, ganador en 2010 en Cannes con el mediometraje Taulukauppiaat, no es una película sobre boxeo. Nada tiene que ver con aquel Toro salvaje de Scorsese, y menos todavía con el Rocky de John G. Alvidsen.
El día más feliz en la vida de Olli Mäki utiliza el ring como percha para hablarnos del tirón del amor que, en cierto modo, atenaza a un ser humano entrañable que se ve desbordado por lo que, en aquel momento crucial, rodea su vida como potencial estrella deportiva.
Al referirse a su película, Kuosmanen declara que a medida que fue conociendo a los auténticos protagonistas tuvo claro que no quería contar una historia sobre victorias y derrotas, «sino sobre encontrar el camino hacia la felicidad con independencia de las expectativas y las presiones externas. Olli y Raija son dos seres extraordinarios. Hay quien sigue sosteniendo que él no fue lo suficientemente ambicioso y que no tenía la personalidad adecuada para convertirse en un gran boxeador, que era demasiado buena persona. Me interesó la historia de un hombre que, a pesar de sus muchos combates ganados, nunca se cebó en sus adversarios. A pesar de su superioridad frente a otros rivales, nunca buscaba noquearles. Él pensaba que no había razón para ello si el combate ya lo tenía ganado. A veces, las mismas cosas que te convierten en una persona mejor no son las que te elevan a la cima del deporte».
Emoción
Tras su derrota con Davey Moore, Olli Mäki siguió boxeando hasta 1973, convirtiéndose en Campeón de Europa en 1964, con lo que borró de la conciencia nacional finlandesa el recuerdo de su derrota en 1962. En 1968 combatió en Valencia con el entonces campeón español Pedro Carrasco.
Hoy, a los 80 años y gravemente afectado por el Alzheimer, Olli sigue compartiendo vida con Raija, que ha sido pieza importante en la construcción del filme.
Los planos largos hilan la serenidad que la película transmite, algo en lo que juega papel clave la actuación del actor de teatro Jarkko Lahti en cuyo rostro la cámara se funde. En ese juego de primeros y continuados planos, el intérprete sale más que victorioso y logra que la sala se sienta parte emocional de lo que está sucediendo. Hacemos nuestro al protagonista como si lo conociéramos de toda la vida. Somos cómplices en su toma de decisiones y sentimos que la derrota puede ser algo muy dulce.
Dirección: Juho Kuosmanen
Guion: Mikko Myllylathi, Juho Kuosmanen
Intérpretes: Jarkko Lathi, Eero Milonof, Oona Airola, Joonas Saartamo
Fotografía: Jani-Petteri Passi
Finlandia / 2016 / 92 minutos