Panahi, que en diciembre de 2010 fue condenado a seis años de cárcel y 20 de inhabilitación para hacer cine, y que a la espera de un recurso está en arresto domiciliario, ha convertido su trabajo en una forma de resistencia. En un comunicado que remitió a la organización del Festival aseguraba: «Soy un cineasta. No sé hacer otra cosa más que hacer películas. Nada puede impedírmelo. Y cuanto más me han empujado a los rincones más alejados, más he conectado con mi interior. El cine como arte se ha convertido en mi principal preocupación. Y seguiré haciendo películas para sentirme vivo».

Desde que se le prohibió hacer cine, Panahi ha dirigido clandestinamente Esto no es una película en 2011 y Telón cerrado en 2013. En Taxi conduce ese vehículo por las calles de Teherán entrevistando a sus pasajeros. A ese vehículo suben todo tipo de personas, lo que le vale al cineasta para radiografiar, ficcionando con los recursos del documental, la sociedad iraní en 82 minutos. Entre los que cogen ese taxi está su sobrina, la niña que en Berlín ha recogido el Oso de Oro.

El Gran Premio del Jurado ha sido para el chileno Pablo Larraín con El club, un drama sobre curas pedófilos protegidos por la Iglesia Católica. El Premio Alfred Bauer recayó en la guatemalteca Ixcanul, de Jayro Bustamente.

Además, el veterano realizador chileno Patricio Guzmán obtuvo el galardón a mejor guion por su documental El botón de nácar, que cierra el díptico iniciado por Nostalgia de la luz. Y el trofeo a la mejor ópera prima fue para 600 millas, del mexicano Gabriel Ripstein, hijo de otro veterano, Arturo Ripstein.