Precious
La historia de esta adolescente obesa y analfabeta se ha convertido en una de las grandes sorpresas de la temporada y no deja de recoger premios allí por donde pasa. Ganó el del Jurado en Sundance, el del Público en el Festival de San Sebastián, el Globo de Oro a la mejor actriz secundaria en Cannes… Y sigue, desde unas coordenadas sencillas de gran cine ajeno a presupuestos mareantes, una imparable carrera en la que se mezclan la sensibilidad, la queja y la denuncia.
Precious tiene 16 años, vive (malvive) en el neoyorkino Harlem en donde es sistemáticamente violada por su padre. Está por segunda vez embarazada de éste y despreciada por una madre (extraordinaria la interpretación, con un monólogo final de excepción, por la que Mo´nique ganó en Cannes) que se pasa el día tirada en un sofá, comiendo grasa y viento televisión, al tiempo que la acusa de “robarle al hombre”.
Panorama sin salida
En este panorama sin salida, Precious, que muestra habilidad para los números, acude a una escuela alternativa en donde encontrará la comprensión de una profesora dispuesta a mojarse por ella. En algún lugar de su vida se enciende una luz y asoma la remota esperanza de que esa dramática existencia cambie de rumbo.
Lo demás, véanlo. Rodada en apenas cinco semanas, el afroamericano Lee Daniels, que antes de ésta, su segunda incursión como director, había sorprendido en 2005 con Shadowboxer, ha rescatado lo esencial de la novela Push, que tiene su origen en el quehacer diario de la escritora Sapphire en Harlem enseñando a leer y a escribir a adolescentes marcadas por la pobreza, la violencia y el abuso.
Ajena a sensiblerías y guiños a la galería, aunque hay unas secuencias oníricas en las que la protagonista se sueña artista de éxito que acaso estén de más, Precious les instalará un apretado y profundo nudo en la garganta.
Lo dicho. Si no es de los de “sólo voy a divertirme” no se pierdan esta propuesta destinada a convertirse en un clásico. Les compensará, aunque salgan de la sala casi noqueados.
Precious
Dirección: Lee Daniels.
Intérpretes: Gabourey Sidibe. Mo´nique. Paula Patton. Mariah Carey (sí, la cantante, y en un buen papel). Lenny Kravitz (también el cantante, pero en interpretación de menos fuste).
2008 / EE.UU. / 109 minutos.
Desde mi cielo
«Me llamo Salmon, como el pez; de nombre, Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron, el 6 de diciembre de 1973. Si veis las fotos de las niñas desparecidas de los periódicos de los años setenta, la mayoría eran como yo: niñas blancas de pelo castaño desvaído. Era cuando la gente aún creía que no pasaban esas cosas. En el anuario de mi colegio yo había escrito un verso de un poeta español por quien mi hermana había logrado interesarme, Juan Ramón Jiménez. Decía así: Si te dan papel rayado, escribe de través».
Inquietante, como lo es todo el libro, arrancaba así Desde mi cielo, la obra de la que Alice Sebold lleva vendidos 10 millones de ejemplares en todo el mundo y que ahora en cine se ha transformado en The lovely bones. Dirigida por Peter Jackson, el de la saga del Señor de los anillos y King Kong, cuenta el fin y el principio de Susie, alegre y preocupada por gustarle a un compañero de clase hasta que muere violada por un vecino pedófilo.
Tras este trágico final, desembarca en un lugar indefinido entre la tierra y el cielo desde donde puede contemplar la desolación de sus padres: él, decidido a encontrar al asesino como sea; ella, dispuesta a pasar página con la ayuda de la abuela de la niña, personaje interpretado por una Susan Sarandon que da el contrapunto humorístico a una película que no tiene el humor como objetivo, y el violador focalizado a borrar la más mínima huella que pudiera delatarle.
Desde ese plano intermedio
Desde ese plano intermedio, Susie comprobará en definitiva como sin ella el mundo sigue girando y la vida, pese a todo, continúa.
Emocionante, pero con menos carga que Precious, The lovely bones deja sobre la pantalla temas que aluden a lo primario del ser humano, especialmente cuando se le coloca en situaciones extremas, ya sea la venganza, la ira, la superación del dolor, la comprensión y hasta el perdón.
Culmina con acierto una propuesta de rodaje duro, complejo y costoso, en el que los efectos especiales, destinados a recrear imposibles ambientes figurados, ocupan plano importante y en el que las interpretaciones, la de Saoirse Ronan como joven protagonista y que ya en su aparición en el cine en Expiación había sido nominada al Oscar como mejor secundaria, la ya mencionada de Susan Sarandon, la de Rachel Weisz (la Hypatia de Ágora) como madre, y un sorprendente Stanley Tucci, como asesino, dan la credibilidad y la tensión necesaria para que The lovey bones haya superado las grandes expectativas previas a su estreno.
También en la pantalla nos sentimos parte de Susie. Hacemos nuestras sus palabras:
“Luché. Luché con todas mis fuerzas para que el señor Harvey no me hiciera daño, pero todas mis fuerzas no bastaron ni de lejos, y no tardé en estar tumbada en el suelo con él encima, jadeando y sudando… Yo estaba muy llena de vida entonces. Pensé que no había nada peor en el mundo que estar tumbada boca arriba en el suelo con un hombre sudoroso encima de mí. Estar atrapada bajo tierra y que nadie supiera dónde estaba… Me sentí enorme e hinchada. Me sentí como un mar en el que él estaba de pie y meaba y cagaba…
El señor Harvey me obligó a quedarme quieta debajo de él y escuchar los latidos de su corazón y el mío. El mío daba brincos como un conejo mientras el suyo hacía un ruido sordo, como de martillo contra tela…
Yo sabía que iba a matarme. Pero no me daba cuenta de que era un animal ya agonizante…
No podía moverme. No podía levantarme…Se inclinó y buscó a tientas en el saliente que tenía encima de la cabeza y cogió un cuchillo. Desenfundado, me sonrió, curvándose en una mueca burlona.
Él me quitó el gorro de la boca.
-Dime que me quieres- dijo.
Se lo dije en voz baja.
El fin llegó de todos modos”.
The lovely bones
Dirección: Peter Jackson.
Intérpretes: Saoirse Ronan. Rachel Weisz. Mark Wahlberg. Susan Sarandon y Stanley Tucci.
2009 / Nueva Zelanda. EE.UU.