Zhang nos lleva a la China de principios de los setenta. Lu Yanshi, preso político del régimen de la Revolución Cultural, escapa de un campo de trabajo e intenta regresar con su familia, a la que lleva años sin ver. Su hija Dan Dan, que teme que este reencuentro afecte a su carrera como bailarina, consigue que su padre sea detenido antes de encontrarse con Feng Wanyu, su esposa. Años después, con el fin de la Revolución Cultural, Yanshi regresa a casa y descubre que Wanyu, aquejada de amnesia traumática, no lo reconoce. Desde ese momento, Yanshi se marca el objetivo de permanecer incansablemente al lado de su esposa para que recupere la memoria.
El realizador chino se acerca una vez más a la Revolución Cultural para mostrar las vidas que destruyó. Apoyado en la novela El criminal Lu Yanshi, de Yan Geling (autora a la que ya adaptó en Las flores de la guerra), Zhang presenta otro trabajo intimista que gira en torno a la memoria, reivindicándola como herramienta necesaria para que la vida pueda seguir su curso al cerrar heridas y concluir todo lo que una vez fue abierto.
Es cierto que Regreso a casa no tiene la mordida al sistema de otros títulos de Zhang, como ¡Vivir! o Qiu Ju, una mujer china, pero, aunque el golpe es menor, alivia ver que el cineasta ha dejado de lado por un momento la espectacularidad del wuxia (cine de caballería y artes marciales) de La casa de las dagas voladoras para ofrecer una película con pinceladas de crítica, algunas de ellas dolorosas (el apresamiento de Yanshi y el descubrimiento de abusos sexuales por parte de miembros del sistema, entre otras).
Emoción
La propuesta de Zhang se viste de historia de amor, un drama romántico que apela sin tapujos a la emoción del espectador, a veces quizá demasiado. No por ello la jugada es menos efectiva, y el espectador acaba completamente emocionado ante los intentos de Yanshi de conseguir que su esposa y su hija sean felices a pesar de que su presencia quede fuera de plano.
La película va en un in crescendo de emoción que alcanza su punto álgido en una conmovedora escena con un piano como protagonista. El socorrido truco del piano vuelve a funcionar en una conjunción milagrosa de la música de Qigang Chen, con el afamado Lang Lang al piano, la dirección de Zhang y la interpretación de Chen Daoming y Gong Li.
Una vez más, Zhang cuenta con Gong, su musa y la de la Quinta Generación de cineastas chinos a la que pertenece el director. La actriz vuelve a dar un sensacional recital interpretativo con esa mezcla de entereza y vulnerabilidad que la ha caracterizado en papeles tan rotundos como los de La linterna roja y ¡Vivir!, ambas de Zhang. Chen Daoming no se queda atrás en su rol de marido que se desvive por el amor hacia su esposa. Ambos se alían, junto a Zhang Huiwen, con un guion que les brinda una oportunidad tras otra para tocar el corazón del espectador.
Intimista
Quienes disfrutaron de esa otra muestra de amor frente al olvido que fue Siempre Alice se verán satisfechos con Regreso a casa, otra obra intimista en la filmografía de Zhang Yimou para recibir de mejor grado su próximo trabajo, La gran muralla, que se estrenará en 2017 y apuntará en dirección contraria, con Matt Damon al frente de la versión china (con guion estadounidense) del Kaiju Eiga o cine de monstruos.
De momento, denle una oportunidad a Regreso a casa y valoren su memoria, un concepto tan necesario como caprichoso, como escribió Thomas Brussig en La Avenida del Sol: «Las personas felices tienen mala memoria y hermosos recuerdos».
Dirección: Zhang Yimou
Guion: Zou Jingzhi (Basado en la novela El criminal Lu Yanshi, de Yan Geling)
Intérpretes: Chen Daoming, Gong Li, Zhang Huiwen, Guo Tao, Liu Peiqi, Zu Feng, Yan Ni
Música: Qigang Chen
Fotografía: Zhao Xiaoding
China / 2014 / 111 minutos