Hace ya más de quince años que Mckellen y Condon pusieron en pie con Dioses y monstruos una interesantísima reflexión sobre los estragos del tiempo sobre mentes singulares. Ahora vuelven a confabularse en Mr. Holmes.
Porque el milagro de la literatura hace posible que en su sexta novela el escritor norteamericano Mitch Cullin imagine a un anciano Sherlock Homes que vive retirado en una remota granja de Sussex en compañía de un ama de llaves (Laura Linney) y su hijo (Milo Parker), un avispado adolescente que se convertirá en su confidente.
Afrontar la decadencia
Se sabe que la vida pasa también para los personajes de ficción y cumplidos los 90, la memoria y la capacidad mental del inusual detective presentan visibles goteras. Si la memoria ha sido siempre tu mejor argumento, ¿qué hacer cuando ésta se difumina? Y, si has construido tu vida sobre la lógica, ¿cómo reaccionar cuando se desquebraja?
Asediado por éstas y cuestiones similares, la rutinaria vida de Holmes se limita al cuidado de sus plantas y de las abejas de sus colmenas, a la escritura de su diario y a la lucha contra una pérdida de facultades de la que es plenamente consciente.
Pero Roger, el chico, le da vidilla y provoca en Holmes afecto y ganas de seguir. De las conversaciones entre ambos aflorarán los recuerdos y sobre todos un caso no resuelto en Japón cuando el inspector estaba en la cima de su carrera. Con la ayuda del pequeño, Sherlock obtendrá respuestas. Gracias a la mutua colaboración, Roger descubrirá el sutil arte de la deducción y Holmes disfrutará de una decisiva lección de humanidad.
A través de Mr. Holmes asistimos, en una película marcada por una puesta en escena muy funcional, a tres fases de la vida del protagonista: cuando era el infalible detective, cuando se le atascó el episodio japonés que no llegó a resolver, y ahora, en su retiro final.
Dirección: Bill Condon
Guión: Jeffrey Harcher (Basado en la novela de Mitch Cullin)
Intérpretes: Ian McKellen, Laura Linney, Milo Parker, Hiroyuki Sanada, Hattie Morahan, Frances de la Tour
Fotografía: Tobias A. Schliessler
Música: Carter Burwell
Reino Unido / 2015 / 103 minutos