Con Benediction, proyecto en el que comenzó a trabajar hace siete años, vuelve Terence Davis –Voces distantes, The Deep Blue Sea o la peculiar visión del mundo de la poetisa Emily Dickinson que reflejó  en Historia de una pasión– sobre algunos de los temas que marcan su muy personal modo de encarar las historias que transporta a la pantalla. Ahí está, como uno de los ejes de lo que se narra, la añoranza y memoria, tanto la colectiva de aquella Inglaterra de los años 20 del pasado siglo, como la individual de los personajes que configuran el relato, con un foco directo sobre el escritor Siegfried Sasoon, el atribulado y gran protagonista del filme, al que da vida en sus años de juventud un espléndido Jack Lowden y en los de vejez un decrépito Peter Capaldi.

Además, también confluyen en su última entrega otras constantes en el realizador británico relacionadas con la frugalidad del tiempo, ese que irremisible nos pasa por encima, y la fragilidad del amor, que nos pierde de vista cuando menos lo esperamos. 

Benediction traza con exquisita delicadeza la compleja existencia de Sasoon, cuyos textos entrelazan lo que vemos en un filme que se apoya en una voz en off que conduce las diferentes fases del relato

Tras sobrevivir y ser condecorado como héroe al término de la Primera Guerra Mundial, el protagonista se convierte, a través de sus escritos y como decidido antibelicista, en un durísimo crítico de las actuaciones políticas del gobierno de su país.

Sobrepasado por el terror de la guerra, su historia es la de un ser a merced de la realidad y las circunstancias que busca la paz y la aceptación de sí mismo. Un hombre que intenta superar sus traumas y, a pesar de un matrimonio convencional, aceptar su condición de homosexual a través de una mirada nostálgica y sufriente.

Siegfried Loraine Sassoon, el personaje real sobre el que la película gravita, nació el 8 de septiembre de 1886. Su padre, perteneciente a una potentada familia de comerciantes judíos, había sido desheredado al casarse con una católica hermana de los escultores Thornycroft, conocida estirpe de creadores de varias icónicas estatuas de Londres.

Teresa, su madre, confesaba que decidieron llamar al segundo de sus hijos Siegfried para rendir honor al músico Wagner, por el que la familia sentía una profunda admiración. Aquel chico creció e inició estudios de Derecho e Historia en Cambridge.

En 1914, motivado por el patriotismo y en los meses previos a la Primera Guerra Mundial, Sassoon se alistó. En mayo de 1915, ya como teniente, conoció en el Batallón de Francia a Robert Graves. La común vocación poética los convirtió de inmediato en amigos. Ese encuentro tuvo profunda repercusión en la concepción literaria de Siegfried, al que la contemplación directa de los horrores de la guerra, y la muerte de su hermano menor en Galípoli provocó un giro en su escritura. De unos primeros poemas marcados por una dulce visión romántica pasó, oponiéndose abiertamente a la propaganda reinante en su país, a la cruda descripción de cuerpos en descomposición, seres mutilados, desesperación… Así escribe en Extraño encuentro:

“Imaginaba haber salido del combate
por un profundo túnel, excavado hace tiempo
en la roca por mano de titanes.

Pero también allí gemían, apiñados
durmientes, cuyo sueño temía importunar.
Luego, al hablarle, uno se puso en pie: miraba
hacia mí fijamente, con ojos compasivos
y una mano que alzaba como en gesto de dádiva.
Por su sonrisa conocí aquel hosco lugar,
en su mueca de muerte supe que era el Infierno.

Yo soy, amigo mío, aquel al que mataste.
Te conocí en lo oscuro, pues tenías el gesto
con el que ayer hundiste en mí tu bayoneta.
Intenté, sí, esquivarla, pero estaban heladas
y dormidas mis manos. Durmamos, pues, ahora…”

Sus poemas cobraron gran popularidad, aunque también tuvo notable reconocimiento literario por su obra en prosa, fundamentalmente por los tres volúmenes de la Trilogía de Sherston, su autobiografía novelada.  

Participante directo en durísimas contiendas, Sasoon demostró una heroica valentía por la que recibió la Cruz Militar. Por sus hazañas casi suicidas sus hombres le apodaban Jack el Loco.

Pero esos reconocimientos no aflojaron en 1917, tras un permiso por convalecencia, su decisión de no regresar al servicio y arrojar sus condecoraciones al río Mersey. En esa postura pesaron las opiniones de amigos pacifistas, como Bertrand Russell y Lady Ottoline Morrel. Desde ese momento se declaró abiertamente contrario a la prolongación de la guerra a través de una carta que tituló Declaración de un soldado, que fue publicada en distintos periódicos y leída en el Parlamento británico.

«Estoy haciendo esta declaración como un acto de desafío intencional a la autoridad militar, o mejor, como una condena de los motivos del gobierno para justificar la guerra. Creo que la guerra en la que una vez entré como una guerra de defensa y de liberación se ha convertido en una guerra de agresión y de conquista”, escribía el poeta que fue oficialmente retirado del servicio y diagnosticado y tratado como neurasténico en el Hospital Psiquiátrico de Guerra Craigckhart, en donde conoció al poeta Wilfred Owen, al que le unió una gran amistad hasta el fallecimiento de éste en 1918. Posteriormente también cultivó una estrecha relación con los escritores Thomas Hardy y E.M. Foster.  

Ese período de la vida de Sassoon centra la novela de Par Barker Regeneración que, con el mismo título, fue llevada al cine en 1997 bajo la dirección de Gillies Mackinnon y la actuación de Jonathan Pryce encarnando al escritor.

En 1928, Sassoon diversificó su labor literaria con Memorias de un cazador de zorros, primer volumen publicado de forma anónima de una ficticia autobiografía que ganó el James Tait Black Award. A esta obra en prosa siguió en 1930 Memorias de un oficial de infantería y, en años posteriores y muy bien recibidos los tres volúmenes de su autobiografía real: The Old Century, The Weald of Youth y Sigfried’s Journey.

Tras la guerra, Siegfried comenzó su labor como editor literario en el periódico socialista Daily Herald, al tiempo que comenzó a manifestar abiertamente su homosexualidad. Pero, para sorpresa de todos, en diciembre de 1933 se casó con Hester Gatty, una mujer mucho más joven que él con la que tuvo a su único hijo, George (1936 – 2006), al que dedicó numerosos poemas y que con el tiempo se convertiría en un destacado lingüista. Ese matrimonio se rompería definitivamente tras la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, Sassoon se recluyó en la localidad de Heytesbury en donde murió, como consecuencia de un cáncer de estómago, el 1 de septiembre de 1967, una semana antes de cumplir 81 años.

El 11 de noviembre de 1985 fue homenajeado en un acto en el que participaron 16 poetas de la Gran Guerra. Aquel día se descubrió una placa  en la Esquina de los Poetas de la Abadía de Westminster en la que su amigo y compañero de guerra Wilfred Owen en su memoria escribió: «Mi tema es la Guerra, y la compasión de la Guerra. La poesía está en la compasión».

Ahora, desde su personalísima cámara, Terence Davies también rinde tributo a aquel hombre cuya existencia discurrió, interior y exteriormente, en los duros escenarios de la guerra. Porque Benediction es un homenaje, desgarrado, pero homenaje. Y brillante.

Benediction

Dirección y guion: Terence Davis

Intérpretes: Jack Lowden, Simon Russell Beale, Peter Capaldi, Jeremy Irvine, Kate Phillips, Gemma Jones, Ben Daniels

Fotografía: Nicola Daley

Música: Benjamin Woodgates

Reino Unido / 2021 / 137 minutos