Cabalgando entre el drama y el thriller, Blanquita nos instala en la historia de una joven madre de dieciocho años que vive en una casa de acogida. Con un durísimo pasado, ella –la interpretación de Laura López corta el aliento– es la testigo clave en un escándalo en el que están implicados políticos insignes y empresarios triunfadores que participan en fiestas sexuales en las que las víctimas son niños y niñas que apenas han llegado a la pubertad.
Con el apoyo de un sacerdote, una diputada y una psicóloga, Blanquita se enfrenta a un turbio mundo de poder político y económico, aunque su afán de venganza le lleva a cometer errores que serán perversamente utilizados por los acusados.
Nacido en Santiago de Chile en 1983, el cineasta Fernando Guzzoni confiesa haber dedicado muchas horas a los detalles de la investigación sobre el «Caso Spiniak», la red de prostitución infantil y pedofilia liderada por un poderoso empresario en el que participaron hasta tres senadores de su país: “Hablamos de un hecho real ocurrido en Chile entre 2004 y 2005. Uno de los casos más turbulentos y confusos para la historia judicial, política y periodística chilena de los últimos quince años. Tras adentrarnos en los detalles del caso, a través de una exhaustiva investigación de las numerosas fuentes, como noticias, archivos del caso, expedientes judiciales y entrevistas, hubo un personaje en esta condenada historia que fue el que más me fascinó: Gema Bueno. La testigo clave. Esa chica dividió a la opinión pública y mantuvo en vilo a la nación durante nueve meses. Acabó entre rejas, pero la sociedad se desgarró con su caso”.
“Ella denunció los abusos de esta asociación criminal y, de alguna manera, fue la voz de los sin voz. Como muestra la película, los niños que habían sufrido los abusos fueron apartados del caso debido a los daños neurológicos causados, por ejemplo, por el consumo de drogas al que se vieron forzados. Lo que me fascinó de todo esto fue la figura de Gemita. Cómo se convirtió en una heroína. Y cómo la mentira puede convertirse a veces en un ejercicio moral”.
Melodrama
La película se inspira en aquellos hechos, pero, como apunta el propio director, “los he convertido en un melodrama en el que los medios de comunicación desempeñan un papel importante a la hora de retratar la tragedia de las víctimas, los asesinatos y el abuso de menores por parte de personas poderosas. En este caso, nada es lo que parece. Blanquita es una indagación sobre la verdad personal, el engaño, la ética y la interpretación de la verdad. Sobre todo trata de la doble vida de una chica o una niña cuya falta de oportunidades y la constante decepción por parte de las mismas instituciones que prometieron protegerla llevaron al límite. Busca su venganza de clase a través de su testimonio contra los poderosos. Mi objetivo era presentar a un personaje enfrentado al escepticismo de unos y a la devoción ciega de otros, sin juzgarlo. Una historia sobre alguien que dice la verdad o que tal vez adapta sus emociones para sobrevivir”.
Todo eso confluye en esta reflexión cinematográfica sobre los límites éticos personales y profesionales en la búsqueda de la justicia y de la verdad y las víctimas que se quedan en el camino.
En ese sentido, abunda el propio Guzzoni: “Creo que la película trata precisamente de las víctimas. Defiende a las víctimas. Habla del ‘agujero negro’ de la impunidad y de cómo el sistema judicial roto deja atrás a los niños maltratados. El personaje de Blanquita es una respuesta directa a los fallos del sistema. Además es una niña que también sufrió abusos en el pasado y nadie creyó. Me interesa el concepto que el filósofo italiano Giorgio Agamben llamó Homo Sacer. Se refería a las personas que no tienen acceso a los derechos humanos, que son parias, que no tienen poder. Personas que, por algún tipo de accidente, acaban rozando a quienes ostentan el poder. Pero, al tiempo y casi siempre, es la llamada élite la que también dicta sus normas”.
Blanquita ganó el Colón de Oro a la Mejor Película en el pasado Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Su estreno mundial tuvo lugar en la Mostra Internacional de Cine de Venecia donde obtuvo el premio al mejor guion. También fue la película elegida para representar a Chile en los Óscar en la categoría de mejor película internacional.
Blanquita
Dirección y guion: Fernando Guzzoni
Intérpretes: Laura López, Alejandro Goic, Ariel Grandón, Amparo Noguera, Nicolás Durán y Daniela Ramírez
Fotografía: Benjamín Echazarreta
Música: Chloé Thévenin
Chile, México, Luxemburgo, Francia, Polonia / 2022 / 94 minutos
Surtsey Films