El hombre que había gobernado la Unión Soviética durante 33 años dejando un reguero de sangre y terror se meó al morir. Iannucci confirmó este dato a la hora de documentarse para reflejar los hechos entonces acaecidos. Y explica el porqué de esa paradójica imagen: «Estuvo durante horas tumbado sobre su propia orina porque, del otro lado de la puerta, sus guardias oyeron ruidos extraños pero estaban demasiado asustados para entrar».
La película comienza cuando por fin se descubre el cadáver. A partir de ese momento y a lo largo de las siguientes 48 horas todo vale, -traiciones, manipulaciones, mentiras, zancadillas-, entre sus próximos para subirse al carro de los elegidos; para alcanzar, en medio del esperpento, los laureles de los que mandan.
Finalmente, como es sabido, el sucesor de Stalin fue Nikita Khrushchev, que acabo por imponerse como máximo dirigente del Partido Comunista Soviético a Georgy Malenkov, Laurenti Beria y los propios hijos del fallecido. La historia corrobora que todos conspiraron, algo que no acaba de ser bien aceptado 65 años después en Rusia. La realidad es que la película ha sido prohibida allí con el argumento de que «ofende a los soviéticos caídos durante la Segunda Guerra Mundial».
La realidad es que lo sucedido sirvió de inspiración para las novelas gráficas La muerte de Stalin, y su secuela El funeral, del guionista Fabian Nury y el dibujante Thierry Robin. Los productores franceses Yann Zenou y Laurent Zeitoun (los mismos de Intocable) compraron los derechos de estas obras y propusieron la realización de un largometraje a Armando Iannucci que aceptó el reto de hacer creíble una película cómica en ese contexto y mostrar qué estaba pasando detrás de ese mundo tan torvo.
Cuando Iannucci comenzó a adaptar los textos se quedó atónito, pues los hechos parecían demasiado excéntricos para ser reales. “Cuanto más investigaba sobre la historia, más ridículo parecía todo. Creo que la comedia siempre es más auténtica si puedes incluir hechos reales. Los espectadores piensan ojalá hubiese ocurrido así. Es una forma de acercarse al público”, comenta el propio director.
Combinando comedia, drama, ironía y el lado más oscuro de la «política», Armando Iannucci (In the loop, Veep) logra una desmadrada sátira, que a veces bordea la caricatura tan próxima a cierto tipo de cómics.
Para ponerla en pié ha contado con un casting de lujo en el que también figuran Steve Buscemi (Reservoir Dogs, Fargo); Olga Kurylenko (Quantum of Solace, Un día perfecto) y el Monty Python Michael Palin.
La muerte de Stalin
Dirección: Armando Iannucci
Guion: A.Iannucci, David Schneider, Ian Martin y Peter Fellows. Basado en las novelas gráficas de Fabien Nury y Thierry Robin.
Intérpretes: Steve Buscemi, Olga Kurylenko, Andrea Riseborough, Jason Isaacs, Paddy Considine, Jeffrey Tambor, Michael Palin, Rupert Friend, Simon Russell Beale, etc.
Fotografía: Zac Nicholson
Música: Christopher Willis
Productores: Yann Zenou, Laurent Zeitoun
Comedia
Francia, Gran Bretaña / 2017/ 106 minutos
Distribuidora: Avalon