Lo dicho, han pasado veinte años desde que nos pusieran ante los ojos la triste historia de cuatro jóvenes heroinómanos que en los suburbios de Edimburgo no tienen otro proyecto que seguir drogándose y, para ello, recurrir al robo o a lo que haga falta. Sólo uno de ellos, Mark Renton (el hoy consagrado Ewan McGregor en el papel que entonces catapultó su carrera), parece tener alguna posibilidad de salir adelante.
Veinte años desde que Mark Renton abandonara Escocia y la heroína. Ahora vuelve a su tierra natal con el objetivo de rehacer su vida y reencontrarse con sus amigos de toda la vida: David «Spud» Murphy y Simon «Sick Boy» Williamson, al mismo tiempo que Francis «Franco» Begbie sale de la prisión con sed de venganza.
Esta historia de “enganchados” vuelve con el reparto original formado por el ya mencionado Ewan McGregor, Jonny Lee Miller en el papel de Sick Boy, Ewen Bremner como Spud y Robert Carlyle, que da vida a Begbie.
¿Merecía la pena?
El guion vuelve a estar firmado por John Hodge, autor de la muy libre adaptación de la novela homónima del nihilista Irvine Welsh. Un texto, el de Hodge, marcado por un humor corrosivo y un tono general incómodo y provocador, al que mucho debe el entusiasmo que despertó el drama de aquellos jóvenes desnortados.
Cabe ahora preguntarse si merecía la pena esta segunda entrega de una película tan icónica y es el propio Boyle el que contesta: “He querido arriesgar. He asumido el riesgo y he quedado satisfecho”.
El espectador sentirá que ese riesgo ha merecido la pena. Cierto es que las comparaciones pueden llevar a la conclusión de que aquel envite de 1996 era tan alucinante que lo que ahora se entrega puede sonar a descafeinado. Pero es igual de sostenible que queríamos saber qué fue de aquellas vidas sin rumbo, y ahí radica la principal virtud de lo que ahora se ofrece. Dar oportunidad al espectador de constatar que el tiempo no pasa en balde. En este caso la derrota toma carta de dramático realismo. La vida puede ser crónicamente cruel.
Lo es, lo sigue siendo si, como T2: Trainspotting refleja, Renton no ha acabado de entonarse y su traición, cuando entonces se quedó con el dinero de sus colegas, sigue en carne viva. Si la adicción de Spud lo ha anulado como padre y compañero. Si Sick Boy sigue trastabillando en el límite de la ley y si Begbie alberga a un ser más violento y vengativo que nunca.
Catálogo de elecciones fallidas, oportunidades despreciadas y caminos mal recorridos, T2: Trainspotting es una secuela que, apoyada en una banda sonora tan interesante como la de entonces, contiene una química que sigue enganchando.