Pocas épocas de la existencia tan complejas como la niñez. En Un pequeño mundo, la cineasta belga Laura Wandel retrata con crudeza y extraordinaria sensibilidad los claroscuros del acoso escolar a través del drama que soportan dos hermanos, niño y niña, que viven en sus carnes la situación que lejos de la mirada de los adultos soportan muchos más pequeños de lo que cabe sospechar.

Cannes se rindió al debut en la dirección de Laura Wendel, otorgándole el Premio FIPRESCI de la sección Un Certain Regard. Su desasosegante mirada sobre la infancia acosada física y emocionalmente por la propia infancia fue reconocida como mejor película en los festivales de Orense y en el de Cine por Mujeres, y largamente aplaudida en San Sebastián. También opta al Óscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

Resulta imposible no conmoverse ante lo que la pantalla lanza. Sin efectismos, sin caricaturas ni juicios, Un pequeño mundo encoge el corazón. El espectador vive la angustia de la pequeña Nora (magnífica la actriz de ocho años Maya Vanderbeque en su primer papel ante la cámara). La seguimos cuando ingresa en el colegio en el que ya es alumno su hermano Abel, dos o tres años mayor que ella, y descubre que es acosado por otros alumnos. Él le exige que guarde silencio y ella obedece hasta que ya no puede soportar el suplicio que vive su hermano y se lo cuenta a su padre. A partir de ahí la situación se hace más compleja si cabe.

Como puntualiza la realizadora belga, su objetivo se aleja de juicios: “He pretendido ahondar en la dramática situación que viven los pequeños que sufren exclusión y son víctimas mudas de un miedo insuperable. También se plantea que en el colegio al que asisten los pequeños hay bullying, y acaso la situación que viven muchos niños en el mundo que sufren este drama podía ser otra si los adultos prestasen más atención a lo que sucede en sus entornos”.

A través de la inmersión en el universo escolar desde los ojos de una niña, Un pequeño mundo, profundamente real y humana, muestra la realidad ineludible que es el acoso en las aulas desde un punto de vista inédito y lo hace mediante un espléndido ejercicio cinematográfico.

No se la pierdan aunque duela. Y duele pues evidencia que la crueldad no sabe de edades.

[Para facilitar a la comunidad educativa el acceso a la película se ha creado en colaboración con Joaquín Palencia Serrano, psicólogo y orientador educativo, una guía didáctica para trabajar con los alumnos en el aula. Esa guía está disponible para descarga].