Ocho años de preparación y tres años de rodaje. Wong Kar Wai tenía entre manos un proyecto muy ambicioso, nada menos que un lienzo en el que se plasma un buen trozo de la historia de Hong Kong, desde los años treinta a los cincuenta.
Lo que pudo haber sido un mero biopic sobre una figura enigmática (la de Ip Man) acabó convirtiéndose en un retrato sobre el mundo de las artes marciales durante la época republicana china (1911-1949). De este modo, Wong Kar Wai homenajea a un puñado de estilos de lucha: Kung Fu, Wing Tsun, Bagua, Xingyi, Baji…
El honor, uno de los grandes temas de la cultura china, tiene un fuerte protagonismo. En tiempos difíciles, cuando las circunstancias obligan y todo aquello que se tenía es arrebatado a la fuerza, solo el honor, la dignidad y la identidad quedan. The Grandmaster abre el debate sobre hasta qué punto merece la pena mantener el honor por encima de todo lo demás, pero evita cualquier tipo de posicionamiento simplista y moralizante. Cada personaje persigue mantener intacto su honor particular, entendido individualmente como algo distinto, y hace sacrificios en pos de conservarlo. En algunos casos son pequeños inconvenientes. En otros, lo que se entrega a cambio es demasiado doloroso.
El tapiz que teje Wong Kar Wai es rico en matices. El director se sirve de las artes marciales como metáfora de la diversidad social e ideológica de una época, un tiempo en crisis en el que muchos luchaban por permanecer unidos frente a las amenazas. El abanico de estilos de lucha que despliega la película, tan diferentes como complementarios, no hace más que dejar en evidencia que al final nuestras semejanzas son más poderosas de lo que nuestras diferencias nos dejan ver.
Película completa
Cineasta curtido, Wong Kar Wai sabe perfectamente dónde situarse en cada momento, dando lugar a unas escenas de lucha endiabladamente bien dirigidas. A esto ayudan las espectaculares coreografías de Yuen Wo Ping, experto detrás de las escenas de acción de Tigre y dragón, Kill Bill o la trilogía de Matrix. El espectador puede sentarse y maravillarse ante una concepción del combate a la que no está acostumbrado. Hay espectáculo e impacto visual, sí, pero también realismo. Olvídense de esas artificiales peleas de Hollywood hechas para que el galán de turno dé bien en cámara, con una música que subraya cada paso que da. Esto es otra liga.
Tony Leung y Ziyi Zhang están al frente de un extenso reparto. Leung carga sobre sus hombros con el peso de una figura legendaria en el mundo de las artes marciales, haciendo gala de una interpretación sobria, con mínimas alteraciones. Ip Man no necesita de grandes discursos para expresar su mundo interior. Precisamente por eso, cuando su estabilidad se quiebra, el golpe es más duro para el espectador.
Zhang da vida a Gong Er, un compendio de figuras femeninas importantes en la China de aquella época. Su personaje es el más agradecido de la cinta: una joven que antepone el honor de su legado a su propia vida. Los vaivenes que sufre permiten a Zhang cambiar el registro continuamente, ahora resolutiva, ahora destrozada. Por esto es su interpretación la que más huella deja una vez terminado el filme.
The Grandmaster llega pisando fuerte. Su trabajada estructura hace de ella una película completa: acción, drama, romance, retrato histórico. Quienes sientan su llamada conocerán una parcela de historia china, la fuerza de un legado milenario que pervive aún y el origen de la leyenda de quien supo pasar su testigo, como debe hacer todo buen maestro.
Dirección: Wong Kar Wai
Intérpretes: Tony Leung, Ziyi Zhang, Chang Chen, Wang Qingxiang, Shang Tielong, Zhao Benshan, Zhang Jin, Xiao Shenyang y Song Hye Kyo
Guion: Zou Jingzhi, Xu Haofeng y Wong Kar Wai
Música: Shigeru Umebayashi y Nathaniel Méchaly
Fotografía: Philippe Le Sourd
2013 / Hong Kong / 123 minutos