'The Vessel', la imposible nave de la esperanza

Diez años atrás, la devastadora fuerza de una ola arrasó la escuela de una pequeña y remota aldea que, de pronto, se quedó sin niños. Leo (Lucas Quintana) fue el único chico superviviente de aquel tsunami que llenó de tragedia cada una de las casas y a cada uno de los habitantes del lugar.

Han pasado los años y ahora Leo es ya un joven que, por razones que lindan siempre con lo inexplicable, es observado por el resto como una especie de enviado. Alguien que parece tener una mística conexión con lo desconocido, algo que él tajantemente niega.

En esta situación y con el apoyo del Padre Douglas (Martin Sheen) Leo se propone construir, en tan solo unos días, un navío con los restos de los pupitres que albergaban aquellas desaparecidas aulas. Esta iniciativa, observada como una hazaña y una misteriosa señal que trasciende el mundo de los vivos, despertará de su apático destino el entusiasmo de todo el pueblo.

Hasta la fecha, Julio Quintana había trabajado la mayor parte de su carrera cinematográfica como director de fotografía. The Vessel, su debut como realizador, constituye una arriesgada apuesta que bascula entre dos mundos: el terrenal que se atiene a reglas y comportamientos concretos marcados por el dolor y la pérdida, y el espiritual, que entronca con la fe y el deseo de recuperación de lo imposible.

Esa dualidad, bien enmarcada en localizaciones, puestas en escena e interpretaciones muy ajustadas, no cae nunca en el mundo de lo esotérico por lo esotérico y construye una película paradójicamente veraz que, al igual que la nave de la esperanza que la trama refleja, llena de inquietud los ojos del espectador.

Cada escena de la película, como señala su responsable, fue grabada dos veces, una en inglés y otra en español, con un elenco totalmente bilingüe. En opinión del propio Quintana: «Para una audiencia hispanohablante que está acostumbrada a ver una película rodada en inglés y más tarde doblada al español esta experiencia supone un reto más auténtico».