Concluido el rodaje, y cuando la cinta estaba a punto de ser oficialmente presentada, estalló el escándalo del actor Kevin Spacey, protagonista de la cinta, acusado de acoso y abuso sexual.
En el ánimo de salvar una película que la productora había decidido tirar a la papelera, Scott desmontó todo lo hecho y en apenas nueve días volvió a rodar en Londres y Roma cada una de las escenas en las que participaba el viejo Getty. Titánico esfuerzo que encaró con una salvedad: Spacey desaparecía de pantalla sustituido por un Christopher Plummer que a sus 89 años perfila personaje tan complejo con una credibilidad apabullante.
La trama está apuntada y parte del guion de David Scarpa y de la obra de John Pearson Painfully Rich: The Outrageous Fortunes and Misfortunes of the Heirs of J. Paul Getty, que se atuvo a lo sucedido en la década de los 70. Por entonces, John Paul Getty (Christopher Plummer) era el capitoste de un clan archimillonario. Los descendientes vivían la vida desenfadada de los ricos, ricos, hasta que una noche de verano su nieto de 16 años John Paul Getty III (Charlie Plummer), ojito derecho del todopoderoso abuelo, es secuestrado en Roma por una organización mafiosa.
Mientras el muchacho permanece en paradero desconocido, su tenaz madre Gail Harris (Michelle Williams) tratará por todos los medios de que el viejo pague el rescate. Pero el magnate se niega porque no está dispuesto a cooperar con las demandas de extorsión y porque es sabida su ancestral tacañería. Pero una madre es una madre, y dispuesta a todo y cada vez más presionada por los raptores, que llegan a mutilar al chaval, se alía con el gerente de negocios de Getty y ex agente de la CIA Fletcher Chase (Mark Wahlberg) para convencer al dueño del dinero de que cambie de opinión antes de que sea demasiado tarde.
El resto figura en las hemerotecas y es recogido con fidelidad en una película en la que se nota la mano fílmica de un Scott que, lejos de perder pulso con los años, dibuja con detalle de entomólogo cada una de las escenas. El resultado es la más que digna versión cinematográfica de una historia que tuvo al mundo con el aliento contenido.
Una apuesta, todo hay que decirlo, marcada antes y después por la polémica: tras el batacazo de Spacey y su sustitución, una vez estrenada se filtró a los medios de comunicación que el actor Mark Wahlberg, que tiene un anodino papel anodinamente asumido, había cobrado por su trabajo extra, –las escenas añadidas–, millón y medio de dólares, en tanto Michelle Williams, convincente y sobria en su papel, recibió por similar labor 80 dólares diarios para un total que no alcanzó los mil.
El dinero y la felicidad no viajan siempre de la mano. El caso de Paul Getty III (el nieto secuestrado) es paradigmático. Tras su tortuosa liberación su vida siguió un camino muy distinto al de la placidez. Desheredado por su abuelo tras una boda que el viejo no aprobó, cayó en las drogas y tuvo altercados diversos por los que fue detenido en distintas ocasiones. Tras sufrir un severo infarto perdió el habla, casi totalmente la vista y se vio obligado a utilizar una silla de ruedas hasta su muerte, con 54 años, en el año 2011.
Todo el dinero del mundo
Dirección: Ridley Scott
Guion: David Scarpa sobre el libro de John Pearson
Intérpretes: Christopher Plummer, Michelle Williams, Mark Wahlberg, Romain Duris, Charlie Plummer
Fotografía: Dariusz Wolski
Música: Daniel Pemberton
EE.UU. / 2017 / 132 minutos