Fioravante (John Turturro) decide dar un giro a su vida y hacerse gigoló para sacar algún dinero y al tiempo ayudar a su amigo Murray (Woody Allen), que ejerce de mánager y le convence de que la prostitución puede ser el mejor camino para aliviar los males existenciales. Ambos sueñan con dar de lado definitivamente a sus precarias situaciones.
El lío está servido porque Murray tiene poco de madame o celestina, y Fioravante nada de gigoló, pues no concibe el sexo sin amor y acaba por enamorarse de Vanessa Paradis. En consecuencia, esta pareja de «profesionales» reconvertidos se verá rápidamente arrastrada por los complejos entresijos que mezclan pasión, dinero, mentira y verdad.
De partida, la cosa va fuerte pues el primer «negocio» (léase encargo) que tiene que cumplir Fioravante es hacer un trío con Sharon Stone y Sofía Vergara. Total, nada.
Sin embargo, no queda clara cuál es la pretensión íntima de Turturro a la hora de ponernos ante los ojos a este aprendiz. Acaso esa mezcla, esa complejidad, sea el objetivo último de una película a ratos muy divertida; que blande a ratos la bandera de la denuncia con una realidad que tras los biombos tolera y alimenta lo que a la luz reprueba abierta, cínicamente; a ratos desmitificadora de lo establecido (de ahí este gigoló feo y eróticamente muy mejorable), o a ratos, simplemente, una comedia que busca entretener.
En cualquier caso, Aprendiz de gigoló deja un buen sabor y permite el reencuentro con un actor, Woody Allen, que vuelve a hacer de sí mismo, desplegando guiños y salidas que ya le hemos visto muchas veces, pero que vuelven a parecernos frescos y espontáneos.
Dirección y guion: John Turturro
Intérpretes: John Turturro, Woody Allen, Sharon Stone, Vanessa Paradis, Sofía Vergara y Liev Schreiber
Fotografía: Marco Pontecorvo
Música: Abraham Laboriel y Bill Maxwell
Productoras: QED y Antidote Films
Distribuidora: DeAPlaneta
Estados Unidos / 2013 / 98 minutos