La película nos traslada a 1958. A aquel Hollywood en el que parecía que todos los sueños podían fraguar llega desde una pequeña localidad del medio oeste Marla Mabrey (Lily Collins), una joven e ingenua aspirante a actriz marcada por una familia muy conservadora y religiosa.
El destino le acerca al entorno del magnate y millonario Howard Hughes (Beatty), un hombre enigmático e inabordable que prácticamente pasa de todo y lleva como puede el declive, físico y más, de su existencia.
Pero antes acude al aeropuerto a recoger a la recién llegada y a su madre uno de los chóferes de Hughes, el joven Frank Forbes (Alden Ehrenreich), persona que también confiesa profundas convicciones religiosas. Desde el primer momento estallará la mutua atracción entre los jóvenes, lo que pondrá sus convicciones a prueba además de romper la regla fundamental del patrón Hughes: la prohibición expresa de que sus empleados intimen con sus actrices.
Con estos mimbres se mueve el actor, guionista, director y productor Warren Beatty, 14 veces nominado a los Oscar y el único profesional del cine que ha optado por dos veces a las cuatro categorías en una misma edición a lo largo de la historia de los premios, para trazar una atractiva propuesta que oscila entre la comedia y el drama.
Apuesta que en principio asumía un cierto riesgo al tratarse Hughes de un personaje multibiografiado y objeto recurrente de atención cinematográfica. Alguien de quien se ha dicho casi todo, aunque, con habilidad, este guion también se fija y da voz a algunas de las personas que integraron el entorno del magnate. Aquellas sobre las que nunca se posaron los focos.
Clásica historia de amor
Entre ellas, una aspirante a actriz y un humilde chófer, imperceptibles figuras en el deslumbrante universo del «dios», Beatty se centra para levantar una tierna y clásica historia de amor que lleva a pensar lo que acaso el propio Howard Hughes tuvo que asumir: la belleza de la juventud (la de los coprotagonistas) y el entusiasmo y la pasión que despliegan, frente a las cenizas cada vez más frías de su propia decadencia.
Este trasfondo marca uno de los momentos fundamentales de la película, aquel en el que el millonario recostado en una cama «blindada» por una cortina, escucha emocionado los ruidos de la vida. Esa que le obliga a aceptar que ya no es el eterno joven y que el icono del que el mundo estaba pendiente se apaga de forma irremisible, mientras afuera la vida sigue, y late.
Beatty se funde con el personaje que interpreta, cuida de forma extraordinaria la escenografía y puesta en escena y ejerce, como en todas las ocasiones en las que ha actuado como realizador, una precisa dirección de actores. Algo especialmente elogiable en este caso por cuanto entre quienes ocupan plano en La excepción a la regla figuran intérpretes de la talla de Ed Harris, Martin Sheen, Anette Bening, Alec Baldwin y Matthew Broderick.
Además, y es un además que alimenta con fuerza el buen resultado final, la banda sonora nos instala en el epicentro de la historia. Todos acabamos por sentirnos próximos a la pasión que La excepción a la regla confirma.
La excepción a la regla
Dirección: Warren Beatty
Guión: W. Beatty, Bo Goldman
Intérpretes: Alden Ehrenreich, Lily Collins, Warren Beatty, Haley Bennett, Candice Bergen, Martin Sheen, Taissa Farmiga, Alec Baldwin, Matthew Broderick, Ed Harris, Annette Bening, Oliver Platt, Amy Madigan, Steve Coogan, Patrick Fischler, Caitlin Carver
Fotografía: Caleb Deschanel
Productora: Fox / New Regency Pictures / RatPac Entertainment
Estados Unidos / 2016 / 126 minutos