“Ben ofrece un interesante contrapeso al Superman de Henry [Cavill]. Tiene la madera interpretativa para crear un retrato con varias capas de un hombre que es más viejo y sabio que Clark Kent y lleva las cicatrices de un curtido luchador del crimen pero que retiene el encanto que el mundo ve en el multimillonario Bruce Wayne”. Así, con estas palabras, ha justificado Zack Snyder, responsable de la segunda entrega de El Hombre de Acero, la elección.
Justificado, porque la decisión promete dar mucho que hablar en los próximos días. Sobre todo teniendo en cuenta que cada seguidor de los avatares, ya sea en viñetas o fotogramas, del justiciero enmascarado de Gotham tenía su propia idea de quién sería el mejor para encarnar a su héroe. Ryan Gosling, Josh Brolin, Joe Manganiello, Richard Armitage, Matthew Goode, Max Martini… La lista podría seguir casi eternamente con los nombres que sonaron.
Al final, el papel ha recaído en Ben Affleck, un Batman que recuerda más a primera vista al de Michael Keaton que al de Christian Bale. Al director de Argo se le viene encima una complicada tarea por lo alto que quedó el listón tras la trilogía orquestada por Christopher Nolan con Bale en la piel de Wayne/Batman. De primeras, puede costar ver a Affleck como el playboy multimillonario al que tiene que encarnar. De Batman cuesta menos. Después de todo, el traje le cubre de arriba abajo.
Esta no será la primera incursión del actor en el mundo de los superhéroes, ya que en 2003 interpretó Daredevil, película que pasó con más pena que gloria y que suele están en las listas de las peores de superhéroes. Aún así, a Affleck le sobran las tablas y esta puede ser una buena oportunidad para Warner de tantear la acogida de la elección y, si sale bien, lanzar una nueva saga de Batman con el bostoniano como protagonista. Hacerlo como compañero de andanzas de un Superman que ha cuajado [1] en la taquilla es mucho menos arriesgado que dejarle solo ante el peligro.