En las antiguas leyendas populares argentinas se creía que los huesos enterrados eran la causa de la luz mala o luz maligna, ese extraño “halo” blanco que flota sobre el suelo y asusta a los viajeros de noche. En la portada de “Halo” (2017) un hueso nos mira “Y cuando un hueso nos mira, estamos siendo observados por toda la historia de la paleontología. El hueso es un signo de haber sido, es el último permanecer ”, dice la autora del disco, la cantautora experimental Juana Molina.

En 1994 la boarense estaba en la cima de su popularidad con el programa de humor en la televisión argentina “Juana y sus hermanas”. Sin embargo, reconoció que hacía el programa para ganar dinero y poder cantar, así que cuando se quedó embarazada decidió poner fin a su exitosa y breve carrera como actriz y empezó su periplo en el mundo musical. Seguramente el mundo perdió una gran cómica, pero por contra se ha ganado una músico con una carrera ejemplar, de más de dos décadas de folclore vanguardista, pop avanzado y canciones hipnóticas. “Cosoco” es sólo un ejemplo más de esa visión mística y abierta de la música popular, el canto como hechizo e invocación de nuestros ancestros.

Define la década porque en una época en que los ritmos latinos han invadido el planeta, Juana Molina representa la tangente, y a la vez su esencia y su futuro. Una artista con un halo misterioso, de música oscura e insólita, pero con un resplandor que cautivó en su momento a David Byrne (Talking Heads) y la llevó al reconocimiento global. “Cosoco” es música traviesa, inquieta; una actitud que no ha dejado de lado en su larga trayectoria y que la convierten en una de las artistas más interesantes de hispanoamérica.