El anonimato en la música ha sido una forma de centrar la atención en el producto y desvincularlo del ego del artista. Desde la performance conceptual de The Residents hasta los robóticos Daft Punk, las máscaras han permitido que estrellas viajen en transporte público pero sobre todo que su música cobre especial protagonismo.

El incógnito es más común en la electrónica, algunas veces por favorecer el espectáculo como Deadmau5 o Marshmello, y otras veces por todo lo contrario, como Burial. En el caso de SNTS es un poco de las dos, su techno oscuro encaja a la perfección con esa capucha negra y máscara brillante, pero también es una forma de desaparecer de las boiler rooms y que sus ritmos brillen con luz propia. «ES19.1» (2015) es techno sin cortar, puro ambiente cavernario e inmersivo, ideal para bailar y fundirte en las tinieblas.

Define la década porque ante tanto DJ estrella de EDM, SNTS responde con un desvanecimiento identitario. Nadie sabe quién es ni de dónde es, y eso responde a la lógica de la cultura de club, en donde el DJ es el medium que conecta los beats con los cuerpos, es decir, un intermediario. SNTS es un esbirro de la noche, un representante de la música entregada a un objetivo: el baile ensimismado y extasiado del techno.