Steven Ellison dijo una vez en una entrevista: “Para mí, tener 10 años y ver Jurassic Park por primera vez me voló la cabeza. Quiero que mi música se sienta así.” Empatizando con ese niño que descubre la magia de la tecnología (o la tecnología de la magia), entiendes esa motivación por ser un ilusionista, por querer deslumbrar y fascinar con trucos invisibles.

Nieto de la cantante y compositora Marilyn McLeod (hermana de la pianista Alice Coltrane, mujer de John Coltrane), Flying Lotus empezó a despuntar desde “Los Angeles” (2008) como uno de los mayores renovadores del hip-hop. Usando la electrónica como fuerza progresista y progresiva, su discografía es un kaleidoscopio de música negra pasada por filtros psicodélicos, orientales, ambientales… En su disco “You’re Dead” (2014) escuchamos este “Never Catch Me”, jazz-rap de ágil verbo y presteza en los ritmos; un maremagnum de palmas, coros, solos y bombos funcionando como acelerador de partículas. Una destreza en la producción que sólo diligentes músicos como Kendrick Lamar como maestro de ceremonias y Thundercat al bajo son capaces de seguirle el ritmo.

Define la década porque Flying Lotus es quizás uno de los mayores prestidigitadores de la música negra que ha habido en los 2010s. “Never Catch Me” es jazz a velocidades de IDM, rap psicodélico, electro funk orgánico. Los tres hechiceros (Ellison, Thundercat y Lamar) conjugan una fantasía de drum&Bass con soul que te vuela la mente y te devuelve a la vida.